jueves, 26 de diciembre de 2013

La ignorancia es atrevida.


Este cuento se me ocurrió hace ya bastante tiempo, pero no existía entonces la posibilidad de hacerlo público. Hoy que tengo esa posibilidad, os lo dejo para pensar.

La ciudad bullía y no era para menos: el emperador visitaría a sus súbditos. Todo estaba preparado y engalanado para la ocasión. La gente se apelotonaba en la calle principal para poder presentar sus respetos al semidios. El emperador era la vida de aquellos pobres y desgraciados ciudadanos. Sin él nada era posible. Y ellos le debían todo lo que eran. O eso pensaban.
Claro que había quien no pensaba así, pero eran los menos. Unos desagradecidos que no eran capaces de comprender hasta dónde llegaba la gloria del emperador. La ley se encargaba de estos renegados. Qué hacían con ellos era lo de menos, lo tenían merecido.
La cabalgata imperial avanzaba despacio por la calle arriba. Tropas y caballerias pasaban en aquel momento y las fanfarrias de la banda de música anunciaban que la gran carroza imperial estaba llegando.
Al paso del carruaje, como estaba estipulado, todos los ciudadanos debían inclinarse. El hacer el saludo ante la simple fotografía del emperador era una obligación. Parsimoniosamente los cuerpos se doblaban en ángulo recto por la cintura, en el dictado saludo al dueño de sus vidas.
Mas no todos se inclinaron. En la tercera fila, junto a una farola llena de guirnaldas, un hombre permanecía de pie. Impertérrito, con los ojos cerrados, pero erguido. Nadie se dio cuenta pues tenían la vista en sus propios zapatos.
A la altura del hombre se detuvo la carroza. El emperador señaló hacia aquel individuo y el general hizo amago de sacar la espada. La gente de delante y detrás de la carroza, los que ya se habían levantado y los que aún no habían tenido que hacerlo, se miraban indignados. Los que permanecían agachados comenzaron a extrañarse de la situación y poco a poco, sin cambiar de postura, empezaron a girar la cabeza para ver qué sucedía. Inaudito. Aquel individuo insultaba al emperador. Esperaban un castigo ejemplar. No inclinarse al paso de su Magnanimidad. ¡Cómo se permitía semejante blasfemia!
Alzando las cejas comprobaron como el gran señor detenía al militar y tras poner su mano en la muñeca, fuerte y potente, del general éste envainaba el arma y la comitiva continuaba. Lentamente la gente comenzó a levantarse de nuevo mientras más adelante, como una onda, los ciudadanos iban agachándose y alzándose al pasar el carro imperial.
Cuando ya había pasado la cabalgata todas las miradas estaban fijas en aquel individuo. Él parecía no estar afectado en lo más mínimo. Suerte tenía que el emperador hubiera tenido la grandeza de perdonarle en público.
Pero no podía quedar la cosa aquí, ni mucho menos. Empezaron a increparle y a recriminarle su actitud. Él trataba de explicarse pero, cuando iba a comenzar a hablar,alguien cogió un adoquín del suelo y lo lanzó con tal puntería que le dio en la cabeza. Con la mano en la herida el hombre se apoyó en la farola, sangrando abundantemente. ¡Ni aun así se inclinaba el testarudo!
Uno que estaba a su lado, indignado, le derribó al suelo al grito de: ¡Inclínate, cabrón!. Comenzaron a lloverle patadas. Todos querían dar una lección a aquel tipejo desagradecido.


La mañana se despertó fresca y luminosa. La prensa se desayunaba con una noticia que consternó a toda la ciudad.

          "En la tarde de ayer, tras el paso de la cabalgata imperial, unos energúmenos golpearon hasta la muerte al heroe nacional Dimitri Raso. Raso era excombatiente y tenía una grave invalidez. Una vieja herida de guerra que había sufrido cuando salvó a nuestro amado emperador de una muerte segura. Es por esto que el emperador está grandemente triste.
Raso estaba operado de la columna repetidas veces por dicha herida, lo que le impedia muchos movimientos. Muchas veces condecorado, Raso era una persona de gran humildad y había rehusado muchos ofrecimientos de nuestro emperador para ser ministro o algún título de nobleza.
Su Magnanimidad ha comentado que la última vez que le vio fue en la propia cabalgata, donde le reconoció y saludó con gran respeto.
Habrá un acto oficial por su funeral y se decretarán varios días de luto en recuerdo de su y por su eterno descanso."

La ignorancia es peligrosa en sí misma.
 
 
 

jueves, 19 de diciembre de 2013

En la encrucijada

 
 
 
 

No saber qué hacer. Ser consciente que hagas lo que hagas, seguro que será lo incorrecto. Detenerte ante una encrucijada, en uno de los cruces de caminos más importantes de tu vida, y ver que tomes el camino que tomes… seguro que te llevará al sendero errado. Al precipicio. Al lugar donde no querías ir.

Dos direcciones opuestas. El camino de la razón, y el camino del corazón. Normalmente suelen ser diferentes pero nunca tan contrarios.

Lo que te dice tu corazón es lo que te dicta la costumbre. La necesidad. El destino que te marcaste hace mucho y que tiendes a seguir. Porque no sabes hacer otra cosa. Porque quieres que todo siga igual. Por muy mal que esté. Porque es la tranquilidad y la estabilidad.

Lo que dice tu razón es lo que te dictan las circunstancias. La preocupación. La angustia de volver a revivir malos momentos pasados que no quieres resucitar. Porque no quieres repetirlo. Porque quieres que todo cambie. Por muy tranquilo que creyeras estar. Porque es la angustia y la desconfianza.

El corazón te llama y te dice: “Vuelve atrás, este es el camino de vuelta. Es lo que deseas en realidad.”

La razón te pellizca y te ofrece: “Sigue adelante, este es un nuevo camino. Es lo que te conviene en realidad.”

Y entre lo que desearías y lo que te convendría se dividen los ramales de tu futuro.

Y si coges el de la razón sabes que te arrepentirás porque no es lo que querías y vivirás un futuro incierto.

Y si coges el del corazón sabes que podrías arrepentirte, porque aunque es lo que querías, sabes que puedes volver a encontrarte mañana de nuevo caminando la misma senda de la incertidumbre.

 

Y así, mirando esa horquilla que se presenta ante ti, sin saber que decidir, con temor a entrar en el sendero que no querías, se va el tiempo. Como el que se queda frente al expositor de la tienda sin decidirse qué comprar, porque en realidad no sabe o no quiere saber qué llevarse.


 
 


martes, 17 de diciembre de 2013

Schola lupus



Una vieja sentencia de Plauto (254 a. C. - 184 a. C.) en su obra Asinaria, dice:
"Lupus est homo homini, non homo, quom qualis sit non novit."
(Lobo es el hombre para el hombre, y no hombre, cuando desconoce quién es el otro)

La popular "El hombre es un lobo para el hombre".

Bien poco conocía el comediógrafo latino de Biología o Zoología, mucho menos de Etología.
El lobo era considerado, como hoy, una bestia salvaje y peligrosa que competía con el humano por el mismo hábitat, y al que había que domesticar o, en caso contrario exterminar al que consideraban enemigo.
En verdad, muchas personas, hombres y mujeres, son tratadas como a enemigos por aquellos que quieren domeñarlos y hacer de ellos unos simples animales de compañía. ¡Si nos tratan como a lobos, seamos lobos!

Y como una corriente filosófica antigua he pensado, comparando la etología del canis lupus,  lo que he dado en llamar, la Schola lupus.


Schola lupus

 

-          Morir como lobo herido, mordiendo a los perros que han venido a darte caza. Llevándote a alguno antes de cerrar los ojos y dejar el cuerpo dolorido y ajado para que los buitres lo devoren mientras tu alma corre ya libre por los páramos.

-          El lobo en invierno se recluye en su lobera, y renace en la primavera siguiente, flaco y descarnado. Guarda tu rebaño, porque el Señor de las altas sierras tiene hambre atrasada.

-          El lobo no camina y apenas corre. El lobo trota, durante horas, kilómetros y kilómetros. Infatigable, tenaz, incansable, firme, perseverante, fuerte y resistente. Sigue a su presa sin prisa, pero sin pausa. Dominándola aun en la distancia. Acechándola desde una posición más alta. Nunca se rinde. Presiona sin oprimir. Forzándola a moverse constantemente. Mantiene siempre el contacto visual. Esperando el momento exacto en que lanzar el ataque, cuando ya el trofeo se cree a salvo. Implacable se cierne sobre su botín, que aun ni siquiera es consciente de que ya no tiene salida.
Como el lobo, nunca desfallezcas en tu empresa. No pretendas alcanzar la victoria pronto. Solo con constancia se logra el triunfo. Y cuando lo tengas a la vista, nunca dudes, es tu derecho. Toma tu botín y degústalo. Eres el señor del páramo. El mundo está a tus pies.

-          El lobo es altamente sociable, con los de su misma especie. Sin embargo, repugna el tomar contacto con otros predadores, felinos como el lince o el gato montés, cánidos como el zorro o el perro, y el propio humano. Rehúye su vecindad y se muestra esquivo, lo que a priori puede parecer signo de miedo o temor. Es, por el contrario, un sistema defensivo para evitar posibles daños en un ser que basa su vida en el movimiento continuo. No obstante, si debe defender su cazadero, no duda en matar a cualquier alimaña que le haga competencia en su territorio. Como el lobo, debes ser selectivo con quienes te rodean. Únete a los que te sean afines y evita a los que te juzgan, te hostigan, examinan o rechazan. No pierdas el tiempo en absurdas e inútiles discusiones o peleas estériles. Quienes no te valoran no merecen tu tiempo. Quienes te difaman no merecen un pensamiento. Desvanécete en las brumas del desprecio y la indiferencia, como el lobo se evapora en la floresta. No dejes que un comentario, una actitud o un juicio malintencionado y perverso ensombrezca tu mirada. Tú eres de una especie distinta. No necesitas la aprobación de nadie que no entiende tu forma de vida. Caminarás solo a veces, pero no dejes de caminar. No detengas tu paso por las demás alimañas que te salgan en la cañada. Tu destino está ante ti, en el monte, en el bosque, en la pelada sierra de la vida que se nos presenta. Pero si tratan de detenerte, no dudes un instante, eres tú o ellos. Dales donde más duele. Eres el amo del collado, el resto es carne.

-          El lobo no es respetado por el resto de animales del bosque por que haya algún ente divino que haya decidido instaurar una jerarquía en la cadena alimenticia o pirámide trófica. El respeto lo dan sus armas. Dientes perfectamente alineados para desgarrar y triturar. Patas fuertes para soportar cualquier terreno y una caja torácica formidable que alberga un corazón fuerte y unos pulmones altamente preparados para un esfuerzo continuado. Un dinamismo titánico que le lleva a trotar durante horas y kilómetros tras una presa hasta darle caza. Coraje, nervio y tesón que tienen como recompensa el respeto de todos los animales que le rodean. Como al lobo, nadie te ha puesto donde estás por designio divino. Seas lo que seas, y estés donde estés, aquel que tiene el espíritu del lobo en su alma no espera que alguien se fije en él, sino que trabaja por conseguir estar en la cresta. Nadie te dará nada hecho y si lo hacen, desconfía de ese inmerecido premio. El perro recibe su comida por guardar la casa del amo, o por hacer la voltereta, y cuando se le premia es porque el amo espera que le siga siendo el esclavo para lo cual le adiestra. Cuando deja de servirles le da una patada y lo echa a la calle o lo ahorca en un olivo. Fíjate metas salvables, y una vez llegues, señálate otra que también puedas alcanzar. Conseguirás el respeto de los demás. Y si no eres respetado por tus actos nobles, haz que lo hagan por tu fuerza y tu carácter. Usa tus armas, las que te haya dado la naturaleza. La mordacidad, la sátira, la acritud, el desdén, el ingenio. Usa la pluma, la lengua o aquello con lo que mejor sepas expresarte y atácalos como mejor sepas. No esperes ayuda, lucha por ti mismo. Enseña los dientes a cada imbécil, necio o idiota que tenga la estupidez e insensatez de cruzarse en tu camino. No cometas la torpeza de enredarte con cualquier disparate o absurdo, pero si te intentan impedir avanzar, muerde con fuerza

-          El lobo es un animal social, que vive usualmente acompañado de una familia más o menos extensa. Forma la manada una pareja denominada “alfa”, que es la que sostiene el peso del liderazgo del grupo familiar. El resto del grupo mantiene una obediencia hacia ellos, no basada en la humillación ni el sometimiento, sino en el respeto. El grupo espera de la pareja alfa que les proteja, les guíe por buenos cazaderos y les tutele en las disputas lógicas del grupo. Por su parte el grupo acata la jefatura sin cuestionarse, salvo en contadas excepciones, la superioridad del líder. El alfa no duda en reprender cualquier desacato con la contundencia necesaria. El alfa siempre es magnánimo con los lobos díscolos, subversivos o indisciplinados, pues es preferible mantener el grupo unido que deshacerlo a la menor disputa. No obstante, cuando se necesita, el alfa es capaz de matar a un lobo de categoría inferior si supone un peligro para la supervivencia del grupo. Así lobeznos enfermos, o lobos viejos o malheridos son expulsados de la manada. También hará valer su autoridad en todo momento haciendo gala de una agresividad explosiva y momentánea, fácilmente aplacable con las muestras de rendición y entrega del alborotador. En caso de peligro externo para la manada, el alfa examina las posibilidades y decide atacar o alejarse con todo su grupo, el cual no vacila un instante el seguir a su líder, sea cual sea su decisión. Como el lobo, debes saber y reconocer tu puesto en tu grupo. Sea familia, amigos o grupo de trabajo. No trates de liderar si no te ves el apropiado. Y si por el contrario no ves un líder claro y decides tomar las riendas, que sea porque te entregues totalmente a esa causa. Si por fin tomas el liderazgo de tu familia o tu grupo, mantén el orden y se siempre justo y decidido. No vaciles a la hora de tomar una decisión. Estúdiala, sopésala, pero cuando la traslades al resto mantenla. Exige respeto, pero respeta tú también al resto. El alfa no es más respetado por morder más fuerte, el resto de lobos podría unirse y acabar con el mal líder, sino por ser justo, ecuánime, razonable e imparcial, pero también severo e integro. De nada vale el amenazar con un castigo si luego nunca se hace cumplir. Por otro lado, debes tener la templanza de ser cordial y afable, tolerante y flexible. Un líder siempre severo no deja de ser un mal ejemplo y un creador de futuros problemas. No esperes una vida cómoda si eres líder de tu manada, ser un lobo no es ser un león tumbado panza arriba esperando la adulación de todos. Tampoco seas injusto con los que trabajan por el grupo, pues ellos son los que hacen que este crezca y sea el mejor del páramo, no premies al enredador para evitarte problemas con él, pues tendrás pronto en tu contra a los que de verdad mantienen la manada. Al contrario, castígalo. Si por el contrario estás en el siguiente escalón, busca tu misión en el grupo. Organizador, creador, reformador, estratega, combatiente, cuidador o simplemente un brazo más que ayude en cualquier momento. Cada cual ocupa su sitio en el grupo y cada puesto es necesario. Acepta el consejo de los más sabios y enriquece a los más inexpertos con tu experiencia. Aprende de los usos de aquellos que más saben y se ejemplo para los que te siguen.

-          El lobo tiene un territorio de caza que defiende con su vida y mantiene siempre libre de alimañas y otras manadas que podrían suponer un peligro para la subsistencia del grupo. Recorre continuamente su territorio, dejando marcas de refuerzo en sus fronteras para avisar a otros grupos de que ese es su hogar y que lo defenderá hasta la muerte contra toda intromisión. Pasan un tercio de su vida recorriendo su territorio, que puede medir hasta 1.000 Km cuadrados. Sus fronteras no son herméticas y suelen superponerse a los límites de otras manadas, pero normalmente los espacios comunes son visitados en distintos momentos por cada manada para evitar conflictos. Como el lobo, debes mantener tu hogar o tu grupo de amigo o trabajo, libre de intrusiones. Entrometidos, curiosos, fisgones, chismosos, cotillas, preguntones. Gente aburrida que se dedica a emponzoñar, envenenar y husmear en tu entorno familiar o íntimo, con el único fin  de romper la armonía. Suelen ser sabandijas y alimañas sin ocupación personal, que descuidan sus propias vidas para entrar en los territorios de los demás. Si dejas que alguna rata se cuele en tu granero, acabará por contaminar toda tu cosecha. Si ya ha entrado no dudes en usar de todas tus armas para liquidarla. Cualquier duda o vacilación acabará por destruir tu manada.

-          El lobo tiene perfectamente desarrollados los cinco sentidos. Pero sobre todo el oído y el olfato. Con una capacidad olfativa de hasta un millón de veces más que la humana, el lobo es capaz no solo de encontrar comida bajo capas de nieve o tierra, incluso bajo el agua, sino que lo hace a kilómetros de distancia. Así mismo, la comunicación olfativa es crucial en sus relaciones. Es capaz de individualizar y distinguir a todos los individuos por su olor y conocer su estado físico y de ánimo por el olor. Con el oído pasa otro tanto. El fino oído del lobo es capaz de detectar ultrasonidos para poder descubrir roedores y pequeños animales en sus escondrijos. También es capaz de oír sonidos a kilómetros de distancia y aprenden a ignorar los sonidos que no les son útiles para no perderse en la multitud de ruido que son capaces de percibir. Como el lobo, debemos mantener el “oído” presto para descubrir la mentira, la falsedad y la malicia. Reconocer la hipocresía, la traición y la picardía. Afinar el “olfato” para reconocer a los propios y a los extraños. Para separar la sinceridad de la mentira, la ingenuidad de la maldad, la inocencia de la desconfianza. Ausculta la noche y olisquea el aire, ni todos los estampidos son truenos, ni todo el perfume es de las flores.

-          El lobo emite un sonido que es característico de su raza, e intrínseco y específico de su género. El aullido. En las noches lanza su grito de guerra para llamar a su manada, advertir a sus enemigos y asustar a sus presas. Nada hay más hermoso y a la vez más aterrador que el aullido de un lobo en mitad del bosque nocturno o en la alta sierra en plena oscuridad. Tan solo oír el chillón aullido lastimero de los perros nos desconcierta. Nos habla de temores ancestrales en las frías noches pleistocenas cuando aún el antepasado del perro no se permitía acercarse a aquella fiera humana y eran considerados, como hoy, bestias carniceras a las que temer. De sombras silenciosas que acechaban allá donde el fuego dejaba de iluminar la noche. De peligros sobrehumanos. Y aun después de haber sido domesticados y hasta convertidos en enanas mascotas de peluche, de haber sido masacrados y casi extinguidos, de ser perseguidos y vilipendiados, convertidos en el malo del cuento, siguen aullando a la noche con orgullo. Incluso la dulce mascota que nos divierte durante el día, recuerda al anochecer que un día fue libre y salvaje, y se permite la osadía de lanzar un lastimero aullido para llorar aquella libertad perdida. Como el lobo, nunca calles tu voz. Ni aunque te dobleguen o apaleen. Ni aun bajo amenazas de muerte y silencio. Ni siquiera si alguna vez por desgracia te convierten en un manso perrito faldero pierdas esa arrogancia que un día tuviste y alguna noche solitaria lanza tu aullido en la noche para que el mundo sepa que una vez fuiste un lobo, y que a poco que se despisten volverás a morder con rabia.

-          El lobo cuando está malherido, o se encuentra débil o viejo e inútil para su manada, se aleja de ésta y desaparece. Se oculta para no ser un obstáculo. No es abandono, es la ley de la subsistencia del grupo. No dudarán en ofrecer su parte al lobo enfermo o que ha sido herido, a la hembra que está gestando o lactando. En la manada todos son importantes. El principal, el macho “alfa”, no es un pachá como el león que recibe su parte sin colaborar más que en la diseminación de sus genes. Es el que primero caza, el que primero defiende, el que primero guía. En su bien definida jerarquía, cada uno cumple una parte del trato. Y cuando no ha podido cazar, o no está en condiciones para cumplir su parte, el resto le compensa. Pero cuando se convierte en una pesada carga y no hay posibilidad de restablecimiento, el propio animal se queda atrás y deja de seguir a la manada o se marcha por sí mismo. Como el lobo, debemos ser útiles a nuestro grupo en todo momento. En casa, en el trabajo o en nuestro círculo de amigos. Siempre habrá algo que hacer, ya sea directa o indirectamente. De la forma más elaborada e impresionante, o la más simple y sencilla, siempre habrá algo que tengamos que hacer. Y si de pronto comprendemos que nuestra situación ser transforma en una carga o un perjuicio para la convivencia o la estabilidad de nuestro grupo, lo mejor que podemos hacer es poner tierra de por medio y esperar a que todo se normalice o desaparecer para siempre de la escena. Como el lobo malherido, dejar de seguir al clan, porque con nuestra fijación y confusión atrasa a los demás y no les deja avanzar. Como el viejo lobo desdentado, cuando todo está ya perdido, y aun resistiendo las llamadas y la perseverancia o la paciencia, abandonar para siempre nuestras pretensiones, porque nuestro tiempo ha pasado.

 

Se como el lobo, ya hay bastantes hombres.

lunes, 18 de noviembre de 2013

Perfecto presente imperfecto

Mi colega bloguera, Melodie, de blog "Positiva dimensión", ha publicado una entrada con el título "Ellas tampoco son perfectas".
He decidido contestar a su blog desde el mío.



La belleza está en los ojos del que mira. Lo que para unos es bonito y agradable, para otros es una aberración. Como dijiste, para gustos, colores.

Bien es cierto que también somos esclavos de un producto que nos venden y nos dicen cómo ha de ser lo que nos debe gustar. En todo, no solo en la belleza. Nos dicen cual es el coche que nos debe gustar, como ha de ser nuestra casa, nuestra ropa, nuestra comida. Y caemos en la trampa. Nos dicen cuando debemos regalar y qué. Nos dicen hasta en que hora debemos vivir. Somos niños pequeños en manos del mercado.

Esto que dices de las mujeres “perfectas”, se puede aplicar a los hombres “perfectos". Cuerpos musculados, barba de tres días, pelo planchado y reestructurado o perfectamente rapado, ropa y calzado adecuado y como no, vehículo a juego con el conjunto.

Pero resulta que el 99% de los hombres y mujeres que babebamos unos por otros, por esas fotos de revista, no somos ni por asomo parecidos, ni lo seremos jamás. Ni estaremos nunca con uno de esos cuerpos al lado. Y con todo, es una suerte.

Primero porque para poder estar a su altura, tenemos que ser como ellos. Y eso implica parte de genética y aporte de mucha, pero mucha, “chapa y pintura”.

Segundo porque ese mundo es tan ficticio como esos cuerpos.

Tercero porque es todo tan triste detrás del telón. Nos los presentan como lo mejor para hacernos esclavos, pero no nos enseñan que esos modelos son también tan esclavos y están tan rotos, como los que les siguen pasando páginas de papel couché

Es tan peligroso a los 14 como a los 40. A los 14 es enfermarse, a los 40 es patético.

Está claro que has querido exagerar un poco al decir que cualquiera con unos potingues podría ser una “Victoria’s Secrets Angel’s”, pero has dado a entender que una capa de maquillaje bien dada es capaz de transformar a una cara normal o incluso demacrada, en una belleza. Algunos se quedan con lo superficial del mensaje.

También te dicen que hay quien tiene SUERTE de tener un cuerpo y una cara así por naturaleza. Claro, hay quien ya nace con rasgos “Victoriasecretianos”. Lo de la suerte, bueno, eso es como decir que tienen razón. Yo considero una suerte el poder nacer en un mundo donde no tengas que pelear por un trozo de pan, y que puedas ir al colegio gratis, y que no tengas que arrastrarte por el suelo para conseguir atención médica, y hasta el tener todos mis sentidos medio bien. Y si no los tengo, al menos tenga acceso a suplementos que me lo permitan (léase gafas, audífonos, sillas de ruedas, etc.) Una suerte es levantarse cada mañana y tener para comer, o dónde trabajar. No tener que pensar si hoy caerá una bomba que matará a mis hijos. No tener una enfermedad crónica, un cáncer o una depresión. Que luego soy más bajo, más gorda, más calvo, más cegato, más dentudo, más arrugada, más mayor, más enclenque, más torpe o mi coche es más antiguo, es cuestión de que somos mayoría.

Lo de la belleza por dentro, es un consuelo de tontos. La belleza está por fuera, pero no es cómo nos la imponen. La belleza está en tus ojos cuando alguien te gusta como es. Con sus defectillos.

Me gusta, aunque esté gordita, aunque sea bajita, aunque ya tenga unos añitos, aunque use gafas.

Me gusta, aunque tenga barriguita, aunque tenga entradas, aunque sus hombros sean flojitos, aunque pinte canas y arruguillas en los ojos.

Me gusta aunque no sea un modelo de Hugo Boss, aunque no sea un Angel de Victoria’s Secrets.

Me gusta porque es ella, o porque es él. Y además. Me gusta precisamente por eso. Por sus canas, por su calva simpática, por su culo generoso, por sus pechos pequeños, por sus años reflejados en sus ojos, por su boca imperfecta, por su ropa desaliñada, por su porte desgarbado, por sus brazos flacos, sus tobillos gruesos, sus dientes un poco movidos, su pelo “impeinable”. Me gustan sus ojos aunque no son azules como el mar, ni sus dientes blancos como el nácar, ni sus labios gruesos y rojos como fresones. Me gustan sus manos, sus dedos que saben tocarme. Me gustan sus pecas, sus cicatrices, sus arrugas, sus enfados y su risa.

Deja los perfectos para el papel y dame una imperfección adorable.


A Melanie.

jueves, 14 de noviembre de 2013

Como perros echados al sol.

 
 
 
 
 


Ya estoy acostumbrado ser un rojo abyecto para unos y un fascista para otros. Todo depende desde el lado dónde se encuentre el que me mira de perfil.

Quizás hoy me gane una nueva medalla.

Yo hace ya bastante que me pregunto, creo que como mucha gente, qué pasa en este país con seis millones de parados; jóvenes cerebros huyendo de la despreocupación y la indiferencia de los gobernantes hacia el potencial que se nos va; miles de personas que se quedan sin casa por una banca voraz que nos ha metido en esta crisis y que es la primera en ser rescatada, cuando continúan desahuciando a quienes no tienen derecho a rescate; comercios que cierran sus puertas tras años de sufrimiento por no poder competir con los grandes comercios que los devoran; grandes empresas que por haber perdido un euro en el ejercicio anterior negocian un ERE para salir de aquí y marcharse a China; y miles de personas que miran hacia un futuro incierto, separados de unos políticos que se mueven entre sus despachos y los juzgados donde son enjuiciados por corrupción y delitos varios sin perder la sonrisa y el descaro.

 

¿Qué sangre tenemos en las venas? Estamos durmiendo sobre nuestras propias tumbas. Como esos eremitas que dormían dentro de sus nichos por si la muerte les sobrevenía, porque nadie los iba a enterrar.

Tengo una teoría. Aquí no revienta el país porque la gente come todos los días. Sí, como lo oís. Y nos lo restriegan encima cuando protestamos.

 

- “Eres un afortunado tú que tienes trabajo”. Aunque cobres 400€ cuando deberías cobrar 1.100€. Aunque trabajes más horas por el mismo sueldo. Aunque te hayan quitado pagas extras o suplementos, o le tengas que poner culo y cama a tu jefe para que te mantenga en tu puesto. Eres un privilegiado por tener lo que es tu derecho y te has ganado por oposiciones o por curriculum, o por que llegaste el primero aquella mañana fría.

- “Al menos cobras una ayuda”. Aunque sea una miseria y te queden dos meses para perderla. Aunque cobres lo mismo que un fulano por estar en la cárcel por haber violado a una niña. Aunque con esos 400€ no tengas para comer.

- “Pero si tienen hambre es porque quieren, porque está Cáritas y las asociaciones vecinales y parroquiales”. Aunque sea una humillación para un empresario o un ingeniero tener que pedir de comer para él y su familia, teniendo tres carreras o habiendo sido dueño de dos tiendas. Aunque pierdas tu dignidad como trabajador y sustentador de tu familia. Aunque tengas que vivir de la limosna teniendo brazos fuertes para trabajar o talento para llevar un negocio. Aunque la vergüenza te ahogue y tengas que dejar el carro en una fila interminable para no perder el turno pero que nadie te vea que estás allí pidiendo. O mandes a tu hijo pequeño mientras tú esperas en la esquina porque no soportas ser un mendigo.

- “Pero afuera hay oportunidades y es para abrirse al mundo”. Aunque tengas que trabajar de camarero con matriculas de honor en tu haber como para empapelar una habitación. O frías patatas en un McDonald’s siendo el primero en tu promoción. O descubras la vacuna contra el cáncer en Minnesota, porque aquí se acabó el “vivir del cuento” entre probetas y matraces. Y que tu nombre resuene con acento yanqui “Mister Doctor Alehandrou Feirnandes”, cuando te llaman de rectoría para felicitarte.

- “Si no puede hacer frente a la hipoteca, que quieres ¿Qué le regalen la casa?”. No, regalo no. Pero después de demostrarse las cláusulas abusivas y el despilfarro de los bancos en la compra de efectivos y basuras varias, los que se llevan el dinero de Bruselas son ellos. Los que no han sabido gestionar miles de millones de Euros. Sin embargo ellos no rescatan a los que quizás no han sabido gestionar algunos miles de euros o han sido pisoteados por la reforma laboral. Y los intereses de la deuda contraída la pagarán de sus impuestos esos mismo que ellos consideran morosos y sinvergüenzas vividores por encima de sus posibilidades.

 

 

En definitiva, nos quieren callados y sumisos, la mayoría silenciosa de la que tanto hablan los que temen las voces en la calle. Porque el ruido daña sus oídos. Porque las huelgas y los disparos de pelotas y el humo, les acojona a ellos más que a nosotros. Porque gracias al ruido estábamos donde estábamos. Y por callarnos hemos caído donde hemos caído. Y encima les hacemos caso. Y nos rasgamos las vestiduras porque queman un contenedor mientras ellos nos están quemando las tripas y nos callamos como zorras. Ellos saben que tenemos el poder, pero no lo ejercemos porque hemos delegado en ellos. Pero son conscientes de que si quisiéramos los sacaríamos a patadas o de las orejas. Porque se ha hecho ya muchas veces. Y temen a la multitud. Y por eso adoran a los que callan y otorgan.

 

Pero vuelvo a la pregunta y aquí entro en la polémica. ¿Por qué no hay más gente aun en la calle peleando y gritando? ¿Dónde están esos millones de parados? Y lo que es peor ¿Por qué si todos estamos jodidos, criticamos a los que tienen los cojones de salir a protestar y no nos unimos a ellos? ¿Por qué pasamos de largo y agachamos la cabeza para no salir en la foto? ¿Por qué no pasamos de la arenga desde el bar mirando la tele?

 

La respuesta es bien sencilla y en el fondo tienen razón las viejas de permanente y cuellos enjoyados. Comemos todos los días.

Y no estoy haciendo un alegato a no donar alimentos, por favor, faltaría más. Pero mientras haya bancos de alimentos, que por cierto ya hay más demanda que donaciones, y estén ahí nuestros pobres y ancianos jubilados, que por cierto cada vez cobran menos, dándonos de comer… aquí no se levanta nadie.

 

¿Porqué hay tanta diferencia entre quien pierde una casa y quién pierde un trabajo? Porque cuando pierdes el trabajo alguien te dará de comer… pero nadie te dará un techo si pierdes el tuyo. Ese es el problema, la perdida absoluta es la que te hace moverte. Es la que hace que crucen todo el Sáhara y esperen durante meses una oportunidad par asaltar una valla de cuatro metros de altura con “concertinas” de cuchillas afiladas. Que se suban a un bote hinchable y crucen el mar más traicionero de nuestras costas a riesgo de morir en el vientre del Estrecho. O que no les importen los palos y golpes de la policía marroquí, ni los golpes y palos de la policía española. El hambre y el no tener nada de nada.

Al final es verdad que aun somos unos privilegiados que miramos como nuestro amo come y nos tira las sobras, y agradecidos nos tumbamos panza arriba para en silencio hacer alguna gracieta. Y si se escapa un puntapié o dormimos en el porche, bueno, mejor callar y no protestar o nos llevaremos un mamporrazo y dormiremos en la calle y sin comer.

Seguimos como perros echados al sol. Viendo pasar la vida delante de nosotros sin esperar nada más, por si lo que pueda venir sea peor y con la esperanza de que vuelvan a llamarnos algún día a dormitar entre los pies de nuestros dueños.


jueves, 7 de noviembre de 2013

El miedo irracional (especial Hallowen II)


"Hace bastante que ha caído la tarde y ya el sol ha desaparecido tras la arboleda. Aún hay luz pero la noche se avecina. Al otro lado de la vaya de hormigón solo se oye el murmullo apagado y quejumbroso de los que afuera acechan. No sé cuando ocurrió ni porqué, lo cierto es que ahí están, esperando a que salga. Tan solo una tapia de algo más de dos metros me separa de ellos, una puerta de acero y mi inteligencia. Y no es que los de afuera sean imbéciles o idiotas, no. Los de afuera están muertos."

 
 


Ese es uno de mis sueños recurrentes, sobre todo en estados de ansiedad. Cuando algo me preocupa o me tiene en vilo suelo tener sueños con las cosas que me inquietan. Algún freudiano verá alguna relación sexual con mi prima o una transportación a la infancia.

En la entrada anterior hablé de los miedos atávicos, esos que nos vienen en el chip de animal y que nos acompañan en mayor o menor medida, depende del aprendizaje, a lo largo de nuestra vida. Podríamos llamarlos miedos racionales.

 

El miedo racional es aquel que responde a un peligro real y palpable. Alguien que te amenaza con un cuchillo, un perro grande gruñéndote y cortándote el paso, una enfermedad grave, ir en coche a gran velocidad. Y también aquel miedo que nos advierte sobre un posible peligro, como los atávicos, que aunque no están presentes en el momento sí nos induce a pensar que pueda haber un motivo de peligro. Ya decíamos que el miedo no tiene porqué ser a algo que esté sucediendo en el momento. Son respuestas adaptativas para protegernos.

 

Pero también existen los miedos irracionales. Son las denominadas fobias. Son miedos que no responden a un peligro concreto o real. No nos protegen de nada, porque no hay nada que nos amenace realmente. A continuación pondré una larga lista de las más comunes y conocidas y seguro que alguno la sentirá como propia. Os sorprenderéis de la cantidad de cosas a las que la gente normal puede llegar a tener miedo. Y si alguien no considera una persona normal a aquel que por ejemplo tenga “araquibutirofobia”, aversión a que la mantequilla o las cáscaras de cacahuete se peguen al paladar, que se pregunte que cosa le da miedo o aversión.

 

(Sí, son muchas, pero seguro que te diviertes un rato viendo a qué somos capaces de tener fobia. De no ser así, pasa directamente de la lista y tira pabajo. )

 

acarofobia
•Aversión a las picaduras
•Aversión a los insectos que pican
 
 
acerofobia
Aversión a las cosas ácidas
 
 
acluofobia
Aversión a la oscuridad
 
 
acrofobia
Aversión a las alturas
 
También altofobia
acustifobia
Aversión al ruido
 
 
aerofobia
Aversión a volar en avión
 
 
aeronausifobia
En un avión, aversión a vomitar a causa de un mareo
 
 
afenfosfobia
Aversión a ser tocado
 
También hafefobia
agliofobia
Aversión a sentir dolor
 
 
 
 
 
agrafobia
Aversión al abuso sexual
 
 
agrizoofobia
Aversión a los animales salvajes
 
 
aicmofobia
Aversión a los objetos punzantes
 
Relacionado con la blennofobia (o belonefobia) y la tripanofobia
ailurofobia
Aversión a los gatos domésticos
 
 
albuminurofobia
Aversión a las dolencias del riñón
 
 
alectorofobia
Aversión a los pollos
 
 
algofobia
Aversión al dolor
 
También odinofobia y odinefobia
aliumfobia
Aversión al ajo
 
 
alodoxafobia
Aversión a dar opiniones
 
 
altofobia
Aversión a las alturas
 
También acrofobia
amatofobia
Aversión al polvo
 
 
amaxofobia
•Aversión a conducir
•Aversión a los vehículos
 
 
ambulofobia
Aversión a andar
 
 
amicofobia
•Aversión a los arañazos
•Aversión a rascarse
 
 
amnesifobia
Aversión a perder la memoria
 
 
anablefobia
•Aversión a mirar hacia arriba
•Aversión a investigar
 
 
ancrafobia
Aversión al viento
 
También anemofobia
androfobia
Aversión a los varones
 
 
anemofobia
Aversión al viento
 
También ancrafobia
anginofobia
•Aversión a ser estrangulado
•Aversión a ahogarse
•Aversión a tener anginas
 
 
anglofobia
Aversión a lo relacionado con Inglaterra
 
 
angrofobia
Aversión a enfadarse y a la antipatía
 
 
anquilofobia
Aversión a ser escayolado
 
 
antrofobia
Aversión a las flores
 
También antofobia
antropofobia
Aversión a la gente
 
 
antlofobia
Aversión a las inundaciones
 
 
anuptafobia
Aversión a quedarse solo
 
 
apeirofobia
Aversión al infinito
 
 
apifobia
Aversión a las avispas o a las abejas
 
 
apotenmofobia
Aversión a las personas con amputaciones
 
 
aracnofobia
Aversión a las arañas
 
También aracnefobia
araquibutirofobia
Aversión a que la mantequilla de cacahuete se pegue al paladar
 
 
aritmofobia
Aversión a los números
 
 
arrenofobia
Aversión a los varones
 
 
arsonfobia
Aversión al fuego
 
También pirofobia
asimetrifobia
Aversión a las cosas asimétricas
 
 
astrafobia
Aversión a los truenos y a los relámpagos
 
También astrapofobia, brontofobia, ceraunofobia o tonitrofobia.
astrofobia
Aversión a las estrellas
 
 
ataxiofobia
Aversión a la descoordinación muscular
 
 
ataxofobia
Aversión al desorden
 
 
atazagorafobia
•Aversión a ser olvidado
•Aversión a las distracciones u olvidos
 
 
atelofobia
Aversión a la imperfección
 
 
atefobia
Aversión a las ruinas
 
 
atenofobia
Aversión a desmayarse o a debilitarse
 
 
atiquifobia
Aversión al fracaso
 
 
atomosofobia
Aversión a las explosiones atómicas
 
 
aulofobia
Aversión a las flautas
 
 
aurofobia
Aversión al oro
 
 
aurorafobia
Aversión a las auroras boreales
 
 
autodisomofobia
Aversión a oler mal
 
 
autofobia
•Aversión a estar solo
•Aversión de sí mismo
 
 
automatonofobia
Aversión a la cosas animadas, parecen un ser vivo sin serlo
 
 
automisofobia
Aversión a ensuciarse
 
 
aviofobia
Aversión a volar
 
También aviatofobia o aerofobia
bacilofobia
Aversión a los microbios
 
 
bacteriofobia
Aversión a las bacterias
 
 
balistofobia
Aversión a las balas y otros proyectiles
 
 
barofobia
Aversión a la gravedad
 
 
basofobia
Aversión a caerse
 
También basifobia
batofobia
•Aversión a la profundidad
•Aversión a estar cerca de edificios altos
 
 
batonofobia
Aversión a las plantas
 
 
batracofobia
Aversión a los anfibios
 
 
belonefobia
Aversión a objetos punzantes
 
También aicnofobia
bibliofobia
Aversión a los libros
 
 
blenofobia
Aversión a la viscosidad
 
 
bogifobia
Aversión al hombre del saco y, por extensión, a otros seres imaginarios como duendes y espectros
 
 
bolsefobia
Aversión a los bolcheviques
 
 
bromidrosifobia
Aversión al olor corporal, propio o ajeno
 
También bromidrofobia
brontofobia
Aversión a los rayos y los truenos
 
 
bufonofobia
Aversión a los sapos
 
 
cacofobia
Aversión a la fealdad
 
 
caetofobia
Aversión al pelo y a los seres peludos
 
 
cainofobia
Aversión a la novedad
 
También cainotofobia o cainolofobia
caliguinefobia
Aversión a las mujeres guapas
 
 
cancerofobia
Aversión a padecer cáncer
 
También carcinfobia
cardiofobia
Aversión a padecer enfermedades cardiacas
 
 
catagelofobia
Aversión al ridículo
 
 
catisolofobia
Aversión a sentarse
 
También catisofobia
carnofobia
•Aversión a la carne
•Aversión a comer carne
 
 
catapedafobia
Aversión a saltar, tanto de lugares altos como bajos
 
 
catoptrofobia
Aversión a los espejos
 
 
chamainofobia
Aversión a la fiesta de Halloween
 
 
ciberfobia
Aversión a trabajar con ordenadores
 
 
ciclofobia
Aversión a las bicicletas
 
 
cimofobia
•Aversión a las ondas
•Aversión a las olas
 
 
cinofobia
Aversión a los perros
 
 
cipridofobia
Aversión a las enfermedades venéreas y a las prostitutas, que supuestamente las contagian
 
También ciprifobia, ciprianofobia o ciprinofobia
claustrofobia
Aversión a los espacios cerrados
 
 
cleitrofobia
Aversión a quedarse encerrado en un lugar
 
También cleisiofobia
cleptofobia
Aversión a ser robado o a robar
 
 
climacofobia
Aversión a las escaleras, a subirlas o a caer por ellas
 
 
clinofobia
Aversión a ir a la cama
 
 
clitrofobia
Aversión a ser encerrado
 
También cleinofobia
cnidofobia
•Aversión a las cadenas
•Aversión a los insectos con aguijón
 
 
coitofobia
Aversión a mantener relaciones sexuales
 
 
coinonifobia
Aversión a las habitaciones
 
 
colerofobia
•Aversión a enfadarse
•Aversión a contraer el cólera
 
 
colpofobia
Aversión a los genitales, particularmente los femeninos
 
También eurotofobia
cometofobia
Aversión a los cometas
 
 
coniofobia
Aversión al polvo
 
También amatofobia
contreltofobia
Aversión a ser víctima de un abuso sexual
 
 
copofobia
Aversión a fatigarse
 
 
coprastasofobia
Aversión al estreñimiento
 
 
corofobia
Aversión a bailar
 
 
cosmicofobia
Aversión a los fenómenos cósmicos
 
 
counterfobia
Preferencia por una fobia ante situaciones espantosas
 
 
courofobia
Aversión a los payasos
 
 
cremnofobia
Aversión a los precipicios
 
 
criofobia
Aversión al frío extremo
 
 
cristalofobia
Aversión a tocar cristales de vidrio
 
 
crometofobia
Aversión al dinero
 
También crematofobia
cromofobia
Aversión a los colores
 
También cromatofobia
cronofobia
Aversión al paso del tiempo
 
 
cronomentrofobia
Aversión a los relojes
 
 
decidofobia
Aversión a tomar decisiones
 
 
defecaloesiofobia
Aversión al dolor de tripas
 
 
deipnofobia
Aversión a las cenas y a las conversaciones en las cenas
 
 
dementofobia
Aversión a volverse loco
 
 
demofobia
Aversión a las multitudes
 
También agorafobia
demonofobia
Aversión a los demonios
 
También daemonofobia
dendrofobia
Aversión a los árboles
 
 
dentofobia
Aversión a los dentistas
 
 
dermatofobia
Aversión a las enfermedades de la piel
 
También dermatosiofobia y dermatopatofobia
deshabiliofobia
Aversión a desnudarse ante alguien
 
 
dextrofobia
Aversión a los objetos que están cerca de la parte derecha del cuerpo
 
 
diabetofobia
Aversión a padecer diabetes
 
 
didascaleinofobia
Aversión a ir a la escuela
 
 
dinofobia
•Aversión a padecer vértigo
•Aversión a los remolinos de agua
 
 
diplofobia
Aversión a la doble visión
 
 
dipsofobia
•Aversión a la bebida, especialmente a la alcohólica
•Aversión a emborracharse
 
 
diquefobia
Aversión a la justicia
 
 
disorfofobia
Aversión a la deformidad física
 
 
distiquifobia
Aversión a los accidentes
 
 
domatofobia
•Aversión a las casas
•Aversión a estar en una casa
 
 
dorafobia
Aversión a tocar la piel de animales
 
 
dromofobia
Aversión a cruzar la calle
 
 
eclesiofobia
Aversión a las iglesias
 
 
ecofobia
•Aversión al hogar
•Aversión por el ecogologismo (en política)
 
 
eicofobia
•Aversión a lo que tiene aspecto hogareño
•Aversión a los alrededores del hogar
 
También oicofobia
eisoptofobia
Aversión a verse reflejado en un espejo
 
 
electrofobia
Aversión a la electricidad
 
 
elenterofobia
Aversión a la libertad
 
 
elurofobia
Aversión a los gatos
 
También ailurofobia, felinofobia, galofobia y gelofobia
emetofobia
Aversión a los vómitos
 
 
enetofobia
Aversión a los objetos puntiagudos
 
 
enosiofobia
•Aversión a cometer un pecado capital
•Aversión a ser criticado
 
 
entomofobia
Aversión a los insectos
 
 
eosofobia
•Aversión al amanecer
•Aversión a la luz del día
 
 
epistaxiofobia
Aversión a sangrar por la nariz
 
 
epistemofobia
Aversión al conocimiento
 
También gnosiofobia
equinofobia
Aversión a los caballos
 
También hipofobia
eremofobia
Aversión a estar a solas
 
 
ereutrofobia
Aversión a ruborizarse
 
 
ergasiofobia
Aversión al trabajo
 
También ergofobia
eritrofobia
•Aversión a ruborizarse
•Aversión al color rojo, especialmente de luces
 
También eritofobia o ereutofobia
erotofobia
•Aversión al sexo
•Aversión a hablar de sexo
 
 
escabiofobia
Aversión a las costras de la piel
 
 
escatofobia
Aversión a los excrementos
 
 
escolequifobia
Aversión a los gusanos
 
 
escolionofobia
Aversión a la escuela
 
 
escopofobia
Aversión a ser mirado
 
También escoptofobia
escotofobia
Aversión a la oscuridad
 
También acluofobia
escotomafobia
Aversión a la ceguera
 
 
escriptofobia
Aversión a escribir en público
 
 
espectrofobia
Aversión a los fantasmas
 
 
espermatofobia
•Aversión al semen
•Aversión a los gérmenes
 
También espermofobia
especsofobia
Aversión a las avispas
 
 
esquelerofobia
•Aversión a los hombres malos
•Aversión a los ladrones
 
 
esquiofobia
Aversión a las sombras
 
También esquiafobia
estasibasifobia
•Aversión a estar de pie
•Aversión a andar
 
También estasifobia o ambulofobia
estaurofobia
Aversión a las cruces o a los crucifijos
 
 
estenofobia
Aversión a las cosas o lugares estrechos
 
 
estigiofobia
Aversión al infierno
 
 
eufobia
Aversión a recibir buenas noticias
 
 
eurotofobia
Aversión a los genitales femeninos
 
 
fagofobia
•Aversión a tragar
•Aversión a comer
 
 
falacrofobia
Aversión a la calvicie
 
 
falofobia
Aversión a tener una erección
 
 
farmacofobia
Aversión a tomar medicinas
 
 
fasmofobia
Aversión a los fantasmas
 
 
febrifobia
Aversión a tener fiebre
 
También fibrifobia o fibriofobia
felinofobia
Aversión a los gatos
 
 
fengofobia
Aversión a la luz del día
 
 
filemafobia
Aversión a los besos
 
También filematofobia
filofobia
Aversión a enamorarse
 
 
filosofobia
Aversión a la filosofía
 
 
fotoaugliafobia
Aversión a las luces brillantes
 
 
fobofobia
Aversión a las fobias
 
 
fonofobia
•Aversión a los ruidos y las voces
•Aversión a los teléfonos
 
 
fotofobia
Aversión a la luz
 
En medicina se utiliza para la sensibilidad de los ojos a causa de la luz, que puede producir hasta dolor.
francofobia
Aversión a lo relacionado con Francia
 
También galofobia o galiofobia
frigofobia
Aversión al frío
 
 
fronemofobia
Aversión a pensar
 
 
galeofobia
Aversión a los gatos
 
También gatofobia
galofobia
Aversión a lo relacionado con Francia
 
También galiofobia o francofobia
gamofobia
Aversión al matrimonio
 
 
gefirofobia
Aversión a cruzar puentes
 
También gefidrofobia o fefisrrofobia
geliofobia
Aversión a la risa
 
 
geniofobia
Aversión a las barbillas
 
 
gemnafobia
Aversión a degustar y sentir saborse
 
También gemnofobia
genofobia
Aversión al sexo
 
 
genufobia
Aversión a las rodillas
 
 
gerascofobia
Aversión a envejecer
 
 
germanofobia
Aversión a lo relacionado con alemania
 
 
gerontofobia
•Aversión a las gente mayor
•Aversión a envejecer
 
 
gimnofobia
Aversión a la desnudez
 
 
ginefobia
Aversión a las mujeres
 
 
glosofobia
Aversión a hablar en público
 
 
gnosiofobia
Aversión al conocimiento
 
 
grafofobia
Aversión a escribir
 
 
hadefobia
Aversión al infierno
 
 
hagiofobia
•Aversión a los santos
•Aversión a las cosas sagradas
 
 
hamartofobia
Aversión a cometer pecados
 
 
harpaxofobia
Aversión a ser robado
 
 
hedonofobia
Aversión a sentir placer
 
 
hefefobia
Aversión a ser tocado
 
También haptefobia
helenofobia
•Aversión a los términos griegos
•Aversión a la complicada terminología científica
 
 
heliofobia
Aversión al sol
 
 
helmintofobia
Aversión a los gusanos
 
 
hemofobia
Aversión a la sangre
 
 
heresifobia
Aversión a los desafiar la doctrina oficial
 
También hereiofobia
herpetofobia
Aversión a los reptiles
 
 
heterofobia
Aversión al sexo opuesto
 
También sexofobia
hidrargiofobia
Aversión a las medicinas de mercurio
 
 
hidrofobia
Aversión al agua
 
También designa la enfermedad de la rabia, aunque es un término desusado
hielofobia
Aversión al vidrio
 
También hialofobia
hierofobia
•Aversión a los sacerdotes
•Aversión a las cosas litúrgicas
 
 
higrofobia
•Aversión a los líquidos
•Aversión a la humedad
 
 
hilefobia
•Aversión al materialismo
•Aversión a sufrir ataques epilépticos
 
 
hilofobia
Aversión a los bosques
 
 
hipengiofobia
Aversión a la responsabilidad
 
También hipegiafobia
hipnofobia
Aversión a dormir
 
 
hipofobia
Aversión a los caballos
 
 
Aversión a pronunciar palabras largas
 
 
hipsifobia
Aversión a las alturas
 
También acrofobia
hobofobia
Aversión a los vagabundos
 
 
hodofobia
Aversión a los viajes, especialmente por carretera
 
 
homiclofobia
Aversión a la niebla
 
 
homilofobia
Aversión a los sermones
 
 
hominofobia
Aversión a los seres humanos
 
 
homofobia
Aversión a la homosexualidad
 
 
hoplofobia
Aversión a las armas de fuego
 
 
hormefobia
•Aversión a las emociones fuertes
•Miedo a sufrir un choque
 
 
iatrofobia
Aversión a ir al médico
 
 
ictiofobia
Aversión a los peces y al pescado
 
 
ideofobia
Aversión a las ideas
 
 
ilingofobia
Aversión a padecer vértigo
 
 
insectofobia
Aversión a los insectos
 
 
iofobia
Aversión a ser envenenado
 
 
isolofobia
Aversión a estar solo
 
 
isopterofobia
Aversión a las termitas
 
 
itifalofobia
Aversión de mirar, de pensar o de tener una erección
 
 
japanofobia
Aversión a lo relacionado con Japón
 
 
judeofobia
Aversión a lo relacionado con los judíos
 
 
lacanofobia
Aversión a las verduras
 
 
laliofobia
Aversión a hablar
 
También lalofobia
latrofobia
Aversión a los médicos
 
 
leprofobia
•Aversión a los leprosos
•Aversión a contraer la lepra
 
También leprafobia
leucofobia
Aversión al color blanco
 
 
levofobia
•Aversión a las cosas que están ubicadas por la parte izquierda del cuerpo
•Aversión a los zurdos
 
 
ligofobia
Aversión a la oscuridad
 
 
liguirofobia
Aversión a los ruidos fuertes
 
 
lilapsofobia
Aversión a los tornados y huracanes
 
 
limnofobia
Aversión a los lagos
 
 
linonofobia
Aversión a las cuerdas
 
 
lisofobia
Aversión a volverse loco
 
 
liticafobia
Aversión a los pleitos
 
 
logisomecanofobia
Aversión a los ordenadores
 
 
logofobia
Aversión a las palabras
 
 
loquiofobia
Aversión a dar a luz
 
 
luifobia
Aversión a contraer la sífilis
 
 
lutrafobia
Aversión a las nutrias
 
 
macrofobia
Aversión a las largas esperas
 
 
maieusiofobia
Aversión al embarazo
 
 
malaxofobia
Aversión al juego amoroso
 
También sarmasofobia
maniafobia
Aversión a volverse loco
 
 
mastigofobia
Aversión al castigo
 
 
mecanofobia
Aversión a las máquinas
 
 
medomalacufobia
Aversión a perder una erección
 
 
medortofobia
Aversión a la erección masculina
 
 
megalofobia
Aversión a las cosas grandes
 
 
megeirocofobia
Aversión a cocinar
 
 
melanofobia
Aversión al color negro
 
Por extensión, a las pieles negras
melisofobia
Aversión a las abejas
 
 
melofobia
Aversión hacia la música
 
 
meningitofobia
Aversión a las enfermedades del cerebro, especialmente a padecer meningitis
 
 
menofobia
Aversión a la menstruación
 
 
merintofobia
Aversión a ser atado
 
 
metalofobia
Aversión al metal
 
 
metatesiofobia
Aversión a los cambios
 
 
meteorofobia
Aversión a los meteoritos
 
 
metifobia
Aversión a las bebidas alcohólicas
 
 
metrofobia
Aversión hacia la poesía
 
 
micofobia
Aversión hacia las setas y hongos
 
 
microbiofobia
Aversión a los microbios
 
También bacilofobia.
microfobia
Aversión a las cosas pequeñas
 
 
mictofobia
Aversión a la oscuridad
 
 
mirmecofobia
Aversión a las hormigas
 
 
misofobia
•Aversión a la suciedad
•Aversión a la contaminación
 
 
mitofobia
Aversión a las mentiras
 
 
mixofobia
Aversión a mezclarse con gente diferente
 
 
mnemofobia
Aversión a los recuerdos
 
 
molismofobia
Aversión a la suciedad
 
También molisomofobia
monofobia
Aversión a la soledad o a estar a solas
 
 
monopatofobia
Aversión a las enfermedades crónicas
 
 
motefobia
Aversión a las polillas
 
 
motorfobia
Aversión a los automóviles
 
 
musofobia
Aversión a los ratones
 
También murofobia.
nebulafobia
Aversión a la niebla
 
También homiclofobia
necrofobia
•Aversión a la muerte
•Aversión a las cosas muertas
 
 
nefofobia
Aversión a las nubes
 
 
negrofobia
Aversión hacia las personas de piel negra
 
 
nelofobia
Aversión al vidrio
 
 
neofarmafobia
•Aversión a las nuevas drogas
•Aversión hacia los nuevos medicamentos
 
 
neofobia
Aversión hacia lo nuevo
 
 
nictofobia
•Aversión a la oscuridad
•Aversión hacia la noche
 
 
nictohilofobia
Aversión a los bosques oscuros
 
 
noctifobia
Aversión a la noche
 
 
nomatofobia
Aversión a los nombres
 
 
nosocomefobia
Aversión a los hospitales
 
 
nosofobia
Aversión a enfermar
 
También nosemafobia
nostofobia
Aversión a volver a casa
 
 
novercafobia
Aversión a la madrastra
 
 
nucleomitufobia
Aversión a las armas nucleares
 
 
nudofobia
Aversión a la desnudez
 
 
numerofobia
Aversión a los números
 
 
obesofobia
Aversión a engordar
 
También pocrescofobia
oclofobia
Aversión a las multitudes
 
 
ocofobia
Aversión a los vehículos
 
 
octofobia
Aversión al número 8
 
 
odinofobia
Aversión al dolor
 
También odinefobia o algofobia
odontofobia
•Aversión a los dientes
•Aversión a cualquier tipo de tratamiento dental
 
 
oenofobia
Aversión a los vinos
 
 
ofidiofobia
Aversión a las serpientes
 
 
oftalmofobia
Aversión a ser mirado fijamente
 
 
oicofobia
Aversión a los alrededores del hogar
 
 
olfactofobia
Aversión a los olores
 
 
ombrofobia
•Aversión a la lluvia
•Aversión a ser mojado por la lluvia
 
También pluviofobia
ommetafobia
Aversión a los ojos
 
También ommatofobia
oneirofobia
Aversión a los sueños
 
También onirofobia
oneirogmofobia
Aversión a tener sueños húmedos
 
También onirogmofobia
onomatofobia
Aversión a escuchar cierta palabra
 
 
optofobia
Aversión a abrir los ojos
 
 
ornitofobia
Aversión a los pájaros
 
 
ortofobia
Aversión a la propiedad
 
 
osmofobia
Aversión a oler
 
También olfactofobia y osfresiofobia
ostraconofobia
Aversión al marisco
 
 
ouranofobia
Aversión al cielo
 
 
pagofobia
•Aversión al hielo
•Aversión a la escarcha
 
 
panofobia
Aversión a todo
 
También pantofobia
papafobia
Aversión al Papa
 
 
papirofobia
Aversión al papel
 
 
parafobia
Aversión a la perversión sexual
 
 
paralipofobia
Aversión a las responsabilidades
 
 
parascavedecatriafobia
Aversión al viernes 13
 
 
parasitofobia
Aversión a los parásitos
 
 
partenofobia
Aversión a las chicas vírgenes o jóvenes
 
 
parturifobia
Aversión al parto
 
 
patofobia
Aversión a las enfermedades
 
 
patroiofobia
Aversión a la herencia
 
 
pecatofobia
Aversión a pecar
 
 
pediculofobia
Aversión a los piojos
 
 
pediofobia
Aversión a las muñecas
 
 
pedofobia
Aversión a los niños
 
 
peladofobia
Aversión a la gente calva
 
 
pelagrofobia
Aversión a la pelagra
 
 
peniafobia
Aversión a la pobreza
 
 
pirexiofobia
Aversión a las alucinaciones de la fiebre
 
 
pirofobia
Aversión al fuego
 
 
placofobia
Aversión a las lápidas
 
 
plutofobia
Aversión a la riqueza
 
 
pluviofobia
•Aversión a la lluvia
•Aversión a ser mojado
 
 
pneumatifobia
Aversión a los espíritus
 
 
pnigofobia
Aversión a no poder respirar (por ahogamiento, estrangulamiento, etc.)
 
También pnigerofobia
pocrescofobia
Aversión a engordar
 
También obesofobia
pogonofobia
Aversión a las barbas
 
 
poinefobia
Aversión al castigo
 
 
polifobia
Aversión a muchas cosas
 
 
poliosofobia
Aversión a contraer la poliomielitis
 
 
politicofobia
Aversión a los políticos
 
 
ponofobia
•Aversión al dolor
•Aversión a trabajar en exceso
 
 
potamofobia
Aversión a los río o a cualquier corriente de agua
 
 
potofobia
Aversión a las bebidas alcohólicas
 
 
proctofobia
Aversión a las enfermedades rectales
 
 
prosofobia
Aversión al progreso
 
 
pselismofobia
Aversión a tartamudear
 
 
psicofobia
Aversión a la mente
 
 
psicrofobia
Aversión al frío
 
 
pteromeranofobia
Aversión a volar
 
 
pteronofobia
Aversión a que te hagan cosquillas con plumas
 
 
ptiriofobia
Aversión a los piojos
 
También pediculofobia
ptisiofobia
Aversión a padecer tuberculosis
 
 
pupafobia
Aversión a los títeres
 
 
radiofobia
•Aversión a la radiación
•Aversión a los rayos x
 
 
ranidafobia
Aversión a las ranas
 
 
rectofobia
•Aversión al recto
•Aversión a las enfermedades rectales
 
 
rabdofobia
•Aversión a ser severamente castigado, golpeado con una vara o criticado
•Aversión a la magia
 
 
ripofobia
Aversión a defecar
 
 
ritifobia
Aversión de una persona a que le salgan arrugas
 
 
rupofobia
Aversión a la suciedad
 
 
rusofobia
Aversión a lo relacionado con Rusia
 
 
sarmasofobia
Aversión al juego amoroso
 
También malaxofobia
satanofobia
Aversión a satán
 
 
selafobia
Aversión a los flashes de luz
 
 
selenofobia
Aversión a la luna
 
 
seplofobia
Aversión a la materia en descomposición
 
 
sesquipeladofobia
Aversión a las palabras largas
 
 
sexofobia
Aversión al sexo opuesto
 
También heterofobia
siderodromofobia
Aversión a los trenes
 
 
siderofobia
Aversión a las estrellas
 
 
sifilofobia
Aversión a padecer la sífilis
 
 
simbolofobia
•Aversión a los símbolos
•Aversión al simbolismo
 
 
simetrofobia
Aversión a la simetría
 
 
singenesfobia
Aversión a los familiares
 
 
sinistrofobia
•Aversión a coger cosas con la mano izquierda
•Aversión a las cosas que están a la izquierda de uno
•Aversión a los zurdos
 
 
sinofobia
Aversión a lo relacionado con China
 
 
sitofobia
•Aversión a la comida
•Aversión a comer
 
También sitiofobia o cibofobia
sociofobia
Aversión a la sociedad
 
 
sofofobia
Aversión a aprender
 
 
somnifobia
Aversión a dormir
 
También hipnofobia
soquerafobia
Aversión a los suegros
 
 
soteriofobia
Aversión a depender de los demás
 
 
surifobia
Aversión a los ratones
 
 
taasofobia
Aversión a sentarse
 
 
tachofobia
Aversión a la velocidad
 
 
taeniofobia
Aversión a las orugas
 
También teniofobia
tafefobia
Aversión a ser enterrado vivo
 
También tafofobia
talasofobia
Aversión al mar
 
 
tanatofobia
•Aversión a la muerte
•Miedo enfermizo a morir
 
También tantofobia
tapinofobia
Aversión a contagiar o ser contagiado de una enfermedad
 
 
taurofobia
Aversión a los toros
 
 
teatrofobia
Aversión a los teatros
 
 
tecnofobia
Aversión a la tecnología
 
 
teleofobia
•Aversión a los planes definitivos
•Aversión a las ceremonias religiosas
 
 
telefonofobia
Aversión a los teléfonos
 
 
teofobia
•Aversión a los dioses
•Aversión a la religión
 
 
teologicofobia
Aversión a la teología
 
 
teratofobia
Aversión a las personas con deformaciones
Aversión a los monstruos
 
 
termofobia
Aversión al calor
 
 
testofobia
Aversión a hacer exámenes
 
 
tetanofobia
Aversión a contraer el tétanos
 
 
teutofobia
Aversión a todo lo relacionado con Alemania
 
 
textofobia
Aversión al tacto de una tela
 
 
tiranofobia
Aversión a los tiranos
 
 
tocofobia
•Aversión a al embarazo
•Aversión al parto
 
 
tomofobia
Aversión a la cirugía
 
 
tonitrofobia
Aversión a los truenos
 
 
topofobia
•Aversión a ciertos lugares
•Aversión a ciertas situaciones
 
 
toxifobia
•Aversión al veneno
•Miedo enfermizo a ser envenenado
 
También toxofobia o toxicofobia
traumatofobia
Aversión a los accidentes
 
 
tremofobia
Aversión a los temblores de tierra
 
 
tricopatofobia
Aversión al pelo
 
También tricofobia, hipertricofobia o caetofobia
tripanofobia
Aversión a las inyecciones
 
 
triquinofobia
Aversión a padecer triquinosis
 
 
triscadecafobia
Aversión al número 13
 
 
tropofobia
Aversión cambiar de hogar
 
 
tuberculofobia
Aversión a padecer tuberculosis
 
 
uranofobia
Aversión al paraíso
 
 
urofobia
•Aversión a la orina
•Aversión a orinar
 
 
vaquinofobia
Aversión a vacunarse
 
 
venustrafobia
Aversión a las mujeres hermosas
 
También caliginefobia
verbofobia
Aversión a las palabras
 
También logofobia
verminofobia
Aversión a los gérmenes
 
 
vestifobia
•Aversión a vestirse
•Aversión a la ropa
 
 
vicafobia
•Aversión a las brujas
•Miedo enfermizo a la brujería
 
 
virginitifobia
Miedo enfermizo a la violación
 
 
vitricofobia
Aversión al padrastro
 
 
xantofobia
•Aversión al color amarillo
•Aversión a la palabra 'amarillo'
 
 
xenofobia
•Aversión a los extraños
•Aversión a los extranjeros
 
 
xerofobia
Aversión a la sequedad
 
 
xilofobia
Aversión a los objetos de madera
 
 
zelofobia
Aversión a los celos y la envidia
 
Tanto a sentirlos como a que otros lo sientan por ellos
zemifobia
Aversión a los topos
 
 
zoofobia
Aversión a los animales
 
 

 

Las principales diferencias entre el miedo racional y el irracional son las siguientes:

La fobia produce un miedo desproporcionado con el objeto al que se teme.

La fobia es incontrolable y violenta, llevándonos directamente al pánico más absoluto sin mediar una curva de intensidad ascendente.

No es adaptativo ya que no nos previene de ningún peligro real.

No produce bienestar posterior a la desaparición del objeto que nos atemoriza como en el caso del miedo racional y nos mantiene en constante alarma, haciendo también que modifiquemos nuestra conducta a fin de evitarlo en el futuro.

No desaparece ni se modifica con el tiempo, sino al contrario se reafirma y aumenta.
 

Tres tipos de fobias pueden ser catalogadas como principales: Las fobias específicas (las de la lista que precede), son miedos concretos a cosas específicas. La fobia social, o miedo a situaciones sociales concretas. Y la agorafobia, (literalmente miedo a los espacios abiertos) que implica una serie de reacciones a situaciones de perdida de control. 

Por irracionales, las fobias no son comprendidas por aquellos que no la padecen, aunque muchas estén tan extendidas y conocidas que son comúnmente aceptadas. Ya hablé en otra entrada sobre que todo el mundo comprende y acepta la aracnofobia, la acrofobia, o la claustrofobia. Otras, por extrañas, como esa de la araquibutirofobia, apenas nos las encontraremos en la vida cotidiana.

La fobia social y la agorafobia, muy cercanas en los síntomas y reacciones, a pesar de ser más comunes de lo que la gente piensa, son bastante inaceptadas e incomprendidas.  

El miedo a ser juzgado, humillado o avergonzado compone la principal característica de la fobia social. Hablar en público, exponer, acudir a una fiesta, encontrarte con amigos o conocidos por la calle, reuniones familiares. Todo esto supone un suplicio para el que lo padece. Y lo peor no es que lo padezca en el momento de exposición, el problema es la ansiedad anticipatoria. Ya no solo es un problema que perdura después de escapar del lugar, la angustia puede aparecer semanas antes por el solo hecho de saber que ha de enfrentarse a un acto social.

La agorafobia es hermana de la fobia social y sus síntomas y “soluciones” son similares. Como ya dije en una entrada anterior, aunque se identifica como la aversión a los espacios abiertos, es mucho más. Es el miedo a perder el control de la propia situación. El no tener control de tus actos o tus tiempos. No tener control, no por algo físico o propio, sino externo y ajeno. Fuera de casa, de tu santuario, o de lugares conocidos y controlados por el paciente, son otros los que controlan. El chofer del bus, el dueño de la casa, el doctor en su consulta, el jefe en su despacho, el entrevistador, la multitud en la calle, todos controlan tu tiempo y tu espacio y eso te produce una ansiedad. La ansiedad da paso a la crisis de pánico y ésta a la huida.

Tanto el agorafóbico, como el fóbico social, recuperan el control o la tranquilidad en el momento en que huyen de la zona de peligro y luego crean una especie de protección ante el objeto de su fobia no enfrentándose a esas situaciones. En caso de una fobia específica es sencillo, si evitas el color amarillo, te alejas de esa araña o no entras en el ascensor y subes los trescientos peldaños. En el caso de estas dos últimas, la protección es encerrarse en casa o no acudir a ningún evento social.

Como las fobias se acrecientan y reafirman con el tiempo, el paciente se convierte en un preso en su propia casa. Un paria de la sociedad, un ser extraño y huraño. Se defiende volviéndose arisco, esquivo, hermético y misántropo. Pasa por intratable, insociable (que no asocial, que es lo que es en realidad) solitario, brusco a veces, y hasta descortés.

En los lugares donde se siente seguro es donde sorprende al otro. Demuestra entonces que es alguien abierto y alegre, divertido incluso, un gran anfitrión y una persona conversadora y agradable.

El miedo irracional es un enemigo del ser humano. Lo limita y coarta. Lo inhibe y obstaculiza su equilibrio y desarrollo emocional. Es negativo a todas luces. Al contrario que el miedo racional, el irracional o fobia nos destruye. 

De todas formas, la salida es la misma que con el otro, el shock o enfrentamiento a aquello que nos produce ese miedo.
 

 

Y llegando hasta aquí os preguntareis qué tiene que ver la entradilla del artículo con los miedos irracionales o fobias. Pues es que todo esto empezó por un comentario acerca de que me dan miedo (aunque me encantan) las películas de zombis. No me asustan las de poltergeist, fantasmas, monstruos de toda índole (clásicos o modernos), tipos con máscara y enormes cuchillos persiguiendo jovencitas vestidas de pantalón corto y top ajustado, alienígenas con sondas rectales o pistolas de láser, ni las de terror psicológico. A pesar de todo, es uno de mis géneros literarios y cinematográficos preferidos, por detrás del épico/bélico/histórico.

Las películas de zombis, o de personas que despiertan de pronto en un mundo distinto al que había cuando se durmieron (“28 días después”, de Danny Boyle y su secuela, “28 semanas después”) me inquietan sobremanera. Y la cosa es que me aterran y me atraen con la misma intensidad. Cuando las veo me acongojan de tal manera que hasta se me escapan lágrimas de miedo, que es ya un signo de miedo extremo. La pregunta de porqué las veo si me aterran es obvia y se contesta por la explicación dada en esta y en la anterior entrada, las veo quizás como un acto reflejo por dominar ese miedo.
 

 La pregunta importante sería, porqué me dan miedo y otras quizás más sangrientas o inquietantes para otros, no. Buscar la raíz del miedo. Pues bien, yo tengo una teoría. Es el miedo a la locura y la sinrazón humana. A la ajena y, porqué no, a la propia con más motivo.

No soy creyente y soy un escéptico, incrédulo redomado, no creo en la vida tras la muerte (paradójicamente), ni en paraísos o infiernos, ni en espíritus de difuntos, alienígenas o monstruos de profundidades, personas con extraños y maléficos poderes, etc, etc, etc. Creo sin embargo en la maldad humana como algo intrínseco e ingénito  de nuestra naturaleza. Somos buenos y solidarios en tanto existan reglas sociales y haya procedimientos de castigo a los infractores. En el momento en que desaparecen esas reglas y se relajan o desaparecen, o se anulan, los castigos o penalizaciones al quebrantamiento de esas reglas, sale la bestia humana. Guerras, catástrofes, plagas o calamidades quizás saquen a la luz esas chispas de solidaridad y altruismo que, por raras y extraordinarias, son noticia. Cuando se produce un estado de excepción, y los derechos de las personas quedan en suspenso, también lo hacen sus deberes a nivel personal. Todos sabemos lo que es capaz de hacer una turba enloquecida como la que asaltó la embajada de Israel en el Cairo en 2011 o la población de un país con una guerra civil como en la antigua Yugoslavia, lo que puede hacer el hambre como cuando se asaltaron tiendas en Argentina durante el corralito o la perdida de futuro cierto como para saltar una valla erizada de cuatro metros de altura entre España y Marruecos, lo que hace de nosotros una catástrofe de las dimensiones del terremoto de Haití o las inundaciones del Katrina. Saqueos, violaciones masivas, linchamientos, genocidios, asesinatos masivos y selectivos, torturas, asaltos de ciudades a sangre y fuego, masacres.

Cualquiera de nosotros es susceptible de caer víctima de estas situaciones, o peor aun, de perpetrarlas. Tan solo ha de desaparecer esa delgada línea que nos separa del caos y que según los expertos, tan solo cinco días separan la civilización de la barbarie.

Y no es que todos seamos unas bestias inhumanas, solo que en caso de que el caos se adueñe de nuestra civilización, los “buenos” sucumbirían casi inmediatamente. Por eso me dan miedo las turbas, las aglomeraciones, los locos y los zombis. Odio las fiestas en las que se amontona la gente (feria, semana santa, etc.) y sobre todo ebria o en las que la gente se esconde bajo una máscara como el carnaval o Hallowen (hay mucha gente que cree que un disfraz es un pasamontañas tras el que sacan todo lo que no pueden o se atreven a sacar a cara descubierta). Por desgracia he tenido que estar en muchas manifestaciones, no todas pacíficas y sé lo que es capaz de hacer el individuo amparado por la masa.

La locura, definida como la privación del juicio o del uso de la razón, es en suma la ausencia total de esas reglas que nos hacen civilizados y humanos. La locura ajena y la propia. Y qué es la turba sino una masa enloquecida. O en qué se convierte la gente en las fiestas descontroladas y regadas de alcohol, si no es en locos sin juicio. Recuerdo que en mi juventud, después de una noche de alcohol, lo primero que preguntaba a los amigos era: ¿Hice algo anoche que no quiera recordar?
 

Llegamos al momento en que entran los zombis en casa… bueno mejor no. Entran en escena. Un mundo colapsado, ocupado por personas sin razón ni juicio, como caer en un viejo manicomio sin guardias ni camisas de fuerza, o en una ciudad mandada por niños sin frenos morales. Y el sumun, un mundo invadido por seres que ya no son personas, infectados por algún virus criminal o muertos que vuelven a la vida pero cuyos cerebros ya no son ni siquiera primarios. Un mundo en el que te encuentras solo ante una humanidad que ha dejado de serlo.
 

Cuando me encuentro en épocas problemáticas en mi vida interior o se producen cambios importantes, como es el caso, acuden a mis sueños (el lugar donde todo es posible) manadas de zombis hambrientos, que arañando la pared me recuerdan, la triste soledad en que se encuentra la mente en las horas oscuras de dificultad.