domingo, 8 de enero de 2012

Feliz 2012, a unos pocos


Se acabó un año más la fiesta de la hipocresía. La semana larga de los falsos abrazos, las falsas sonrisas y los falsos deseos de paz y amor. Se terminaron por fin esos siete días donde todos queremos el bien común y que no haya hambre en el mundo mientras pasamos cargados de bolsas del Corte Inglés esquivando al que con la mano alzada nos pide algo para comer. Del que se aprovecha de estas fechas en que todos somos bastante cándidos y gazmoños, para colarnos la imagen del niño sin zapatos, la cesta con dos euros bajo la nariz, el fin solidario. Del que nos asalta con la papeleta de su peña, o nos aporrea la puerta con una canastilla y una tira de numeritos, La fecha idónea para pagar favores o asegurarse futuros a golpe de cesta navideña con más o menos vino, o mejor o peor jamón (depende de a quién sobornamos y qué esperamos de ellos).

Período de amistad artificial con quienes en todo un año no hemos querido ni rozarnos. Lapso de reuniones familiares donde se soporta más que se tolera, donde se disimula más que se aprecia.
Una película de Berlanga hecha realidad. Ficticia como el árbol que adorna nuestro salón, y tan fugaz como la estrella que ponemos en el portal.

Se acabó. Ya podemos volver a las mentiras cotidianas. Ya podemos apuñalar al compañero. A volver a criticar al vecino al que hace una semana deseábamos Feliz Navidad. A despellejar al hermano. Podemos continuar durante cincuenta y una semanas más siendo unos miserables envidiosos, unos bordes y unos chismosos. A los que crean que el mundo acabará en este 2012, pues lo siento por ellos porque no volverá a tener otra semana de falsedad institucionalizada y patrocinada por Coca-cola o el Corte Inglés. A los que no se lo crean, ánimo que un año pasa pronto.

Y para los que soñáis con verme bajar la cabeza os regalo éste video que he hecho con todo mi cariño, aprovechando que los Reyes Magos deben estar aun descansando en un SPA antes de volver a Oriente.