lunes, 21 de noviembre de 2011

A esos trabajadores y parados que hoy se alegran

Llegó el verano y se celebraban las bodas del Sol.

Se regocijaban todos los animales de aquel acontecimiento, faltando poco para que también las ranas fueran de la partida; pero una de ellas exclamó:

- ¡Insensatas! ¿Qué motivo tenéis para regocijaros? Ahora que es él solo, seca todos los pantanos; si toma mujer y tiene un hijo como él ¿qué nos quedará por sufrir?

Antes de celebrar un acontecimiento, primero ve sus futuras posibles consecuencias.
Esopo.



Dextra esse delendam.

Aquel perro


Anteayer iba por la carretera de camino a casa por una avenida
con varios pasos de peatones. De pronto, en uno de ellos me encuentro un perro
pegado al borde de la acera. Como veo que no viene nadie más me detengo un
poco. El perro pasa y cruza por el paso de peatones. Quizás a alguno le
sorprenda, a mí que he tenido muchos canes, no.

No me sorprende que un animal como el perro haga eso. Porque
es un animal gregario, tribal y jerarquizado. Este animal del que os hablo,
seguramente habrá visto muchas veces que cuando alguien se detiene en ese lugar
y sobre esas rayas blancas, los coches se paran. Seguramente habrá visto caer a
algún compañero entre las ruedas de uno de esos animales tan rápidos y con
patas redondas por no cruzar por esos lugares donde él estaba detenido a la espera, incluso se habrá sorprendido cuando un “maldito” felino,
enemigo íntimo, era arrastrado a la muerte y pisoteado por otros que no se
paraban ni a olerlo. Sus ancestros veían pasar a los grandes bóvidos por los
vados de los ríos y sabían que ese era el lugar menos peligroso, así se lo harían
saber a sus hijos y a los hijos de sus hijos. Animales de costumbres,
irracionales, pero inteligentes.

No me sorprende, no. Lo que me sorprende es que el hombre,
animal racional único e irrepetible, sepa lo que es un vehículo y el peligro
que entraña tanto conducirlo como ponerse delante; sepa que hay que cruzar por
ese camino de bandas blancas y que los coches se detendrán (o deberían); hayan
visto atropellos e incluso hayan protagonizado alguno, tanto como víctima como
de ejecutor; y sin embargo sigan cruzando por donde no deben.

Sí amiguitos, después de esta clase de educación vial
mezclada con un documental de la 2 sobre los orígenes del animal de compañía por
excelencia, trato de sacar una conclusión o moraleja: somos más tontos que un
perro. Aun a sabiendas de que algo nos puede joder, repetimos.

Conste que esta conclusión la saqué antes del día del
triunfo de Mariano. Era jornada de reflexión. Claro, ahora concuerda todo.

Feliz primer día de la Era Rajoy.

Dextra essem delendam.

domingo, 20 de noviembre de 2011

Lo que nos espera


Este es el fabuloso plan de los Indignados y sus votos nulos o en blanco. ¿Acaso creían que los 10 millones de votantes del PP no se acordarían hoy de votar?
Ahora el indignado soy yo. Malo era Zapatero pero nos trajo libertades nunca imaginadas. Malo seria Rubalcaba que continuaría el dichoso bipartidismo y el guiño a los banqueros. Lo que nos viene a partir de mañana es nefasto.
Veremos lo que nos van a recortar. Tienen las manos libres para hacer lo que les plazca con la excusa de que todo es para frenar la crisis. Que todo lo que hagan a partir de mañana es culpa del país que han dejado los que se fueron.
Espero que a partir de mañana todos los parados que han votado a Rajoy con la estúpida intención de castigar a los que creen culpables de su situación, se presenten mañana lunes en la calle Génova a exigir su puesto de trabajo prometido.
Espero que a partir de mañana la Puerta del Sol se llene de indignados, a ver si hay cojones de ponerse ahora allí. Si el PSOE envió a los perros del Estado, esperad a ver que mandan estos. Yo por mi parte ya estoy preparado, son muchas las piedras que he lanzado, muchas las bolas de goma que han pasado silbando mis oídos.
Cuatro años nos quedan en las que vamos a echar de menos a ese que parecía tonto, al "ZP", al que dicen que nos ha llevado a esta situación, pobres ilusos. Cuatro años que nos van a devolver al pasado. Ya algunos lo están viviendo en sus carnes, en sus autonomías, ahora nos toca a todos.
A los que habéis votado en blanco, a los que habéis votado nulo, a los que habéis votado al PP como castigo, a los que ni siquiera habéis votado... Gracias.

miércoles, 2 de noviembre de 2011

La fiesta de los muertos

Encontré en el muro de “Feisbuk” de mi amiga Marina esta pregunta que lanzaba al mundo. Y no me resistí a contestar, de ahí nació, con su permiso, este post.

No entiendo muy bien el sentido de esta fiesta. Es la fiesta en la que se recuerda los muertos? Eso es una fiesta?

A ver si no alimento la polémica y nadie se siente insultado pues jamás me meteré con las creencias o descreencias de nadie. La fiesta de los difuntos desde el punto de vista católico es, más que una fiesta, una tradición. La religión católica que hoy conocemos se gestó en el siglo III, pero las características que hoy reconocemos se crearon durante la Edad Media. Una época de calamidades, guerras, desastres y milenaristas que veían en las hambrunas, condiciones climáticas adversas, pestes y devastaciones por guerras, un fin del mundo próximo. Como siempre, el miedo a morir y desaparecer, en un mundo donde la muerte se veía en la calle, en la casa del vecino, en tu casa, en los campos, en cualquier esquina, una muerte solitaria y muchas veces cruenta y desagradable (con lo desagradable que pueda ser una muerte cualquiera) condicionaba la vida de las personas. Hoy ocultamos el rostro de la muerte, lo maquillamos, lo aislamos en un frío tanatorio, en un depósito, lo ocultamos bajo una sábana o palabras políticamente correctas (estaba muy malito, no se pudo hacer nada, se fue, nos dejó). La Iglesia se percató de ese miedo y lo aprovechó para arremeter contra los vivos haciéndolos culpables de esas desgracias. Sus pecados horribles eran los que habían hecho que el simpático dios que Jesús había anunciado se convirtiera de nuevo en el cruel azote del Antiguo Testamento, gestador de plagas, azufres y calamidades. Gestionó perfectamente ese miedo aumentándolo al ofrecer un infierno dantesco a aquel que por herejía o pecado, se alejara de ella. La cultura mediterránea está impregnada de la grecolatina clásica donde la muerte era un mundo de sombras sin cielo ni infierno. La muerte era el final de todas las sensaciones y también de todas las penalidades. Alejamos los cementerios de la ciudad y los ocultamos tras altas tapias porque aún tememos ese final. En nuestro interior sabemos que la muerte empieza con el olvido. Mientras haya alguien que recuerde nuestro nombre, no desapareceremos totalmente. Vamos a llevar flores a una piedra o a una losa de mármol con un nombre escrito, a veces incluso con el nombre de alguien a quien no conocimos del todo (como abuelos o tíos que no llegamos a conocer) a personajes que seguimos aunque nunca conocimos, puede que incluso murieran antes de nacer nosotros. Para finalizar, y antes de entrar en lo que es la otra fiesta (Hallowen) en los últimos años, se ha creado una parafernalia y un negocio alrededor de la muerte que como en la mayoría de eventos sociales, endeuda a los "agasajados" o a sus familiares directos. Pero ¿quién es el guapo que se libra de ello? Y respecto a las flores, bueno, no harán nada por el finado, pero es una representación física de los sentimientos agradables, tanto en el amor como en el recuerdo.

O sea que lo que se hace es ver en la muerte no la muerte en sí, o el fin del deterioro físico, sino el fin de los padecimientos, el descanso?

Exacto, pero un descanso que ninguno quiere tener cercano en el tiempo ni en su circulo. Además es una forma de mantener vivo el recuerdo para evitar la "muerte" total de la persona querida.

Lo de las flores, no sería más bien, enseñar al resto de la sociedad que ese muerto no esta olvidado por el que lleva las flores? El muerto no las ve. Tu ya lo recuerdas sin necesidad de llevarlas. Queda que los demás lo sepan. Somos animales sociales, hay veces que es importante para algunos que los demás sepan cosas.

Bueno en parte te doy la razón Marina, y lo explico. Quizás hay muchas personas que no, pero hay que admitir que sin embargo mucha gente utiliza ese día de difuntos precisamente para engalanar los nichos para que todos vean que es...e difunto no está olvidado. Yo de pequeño iba todos los años al cementerio con mi madre, mientras ella arreglaba lo de mis abuelos y mi tío, me gustaba pasearme por las calles y en el silencio sepulcral (nunca mejor dicho) leer esos nombres que nunca conocí, esas fechas lejanas, esas caras de algunos con foto, de personas que cuando se fotografiaron estaban alegres, con sus problemas etc.. Y hoy estaban detrás de aquella foto, siendo nada (sí, muy gótico por mi parte, pero nunca temí a los muertos, para mí son solo despojos y solo viven en el recuerdo de quien los quisieron u odiaron. Creo que desde siempre pensé que después de esto no hay mas que huesos) Pues en mis paseos escuchaba a las mujeres criticar al pobre fulanito que ya nadie le limpiaba la lápida, que vaya flores "chuchurrias" le han puesto a esta pobre, que mira ahora tiene la tumba llena de flores y cuando estaba vivo no le quería. Y afuera, una gitana vendía ramos, y decía llévele al pobre un ramo bonito que la gente vea lo bien que lo cuidan. etc... Hay mucho de presentación social en los de las flores de este día. Igual que en los entierros, cuantas más coronas lleve el difunto, más cariño y/o prestigio social tenia. Un pobre solitario, desgraciado o no muy querido, llevará pocas coronas o ninguna y su tumba estará vacía de flores en día de difuntos. Mi madre tiene un dicho para cuando alguien se comporta muy mal "Que poquita gente va a llevar" al entierro se supone claro.

No seré yo quién critique un acto social, que al fin y al cabo es lo que es el día de difuntos. Y cada cual ira con sus propias creencias, sus propios sentimientos... habrá quien llore cada día a su familiar y nunca quiera a ir al cementerio y quien va visitar y llevar flores a un marido al que nunca quiso solo por el que dirán.

Hallowen. La fiesta celta de Samhain, la germana de Walpurgis, resumidas en la de "All Hollow even" la víspera de todos los santos. Las culturas norteñas, al contrario de las mediterráneas tienen un concepto distinto de la muerte. Para los celtas la muerte era solo un paso hacia otra vida. Era común que se dejaran deudas e incluso venganzas para la otra vida. Se estaba en una especie de limbo hasta que se renacía de nuevo. El número de vidas era finito, por tanto era necesario que una vida se extinguiera para que surgiera otra. Pero había más almas que vidas. Por tanto los muertos solían aprovechar los día en que el tenue velo entre lo real y lo irreal se hacia invisible para intentar cambiar un vivo por él. Estos día normalmente eran los días de cambio. Los celtas pensaban que en los momentos de cambio solían pasar cosas asombrosas. el cambio de un día a otro, el cambio de la luz diurna a la nocturna y viceversa, el cambio de estación y como no, el cambio de año. Nadie salía ni hacia nada al amanecer o al atardecer, ni en la media noche, ni los días señalados como cambios de estación o año. Por eso se encendían hogueras esos días y la gente solía permanecer junta haciendo mucho ruido para que la noche se acabara pronto. Nadie abriría su puerta en Samhain, el día que cambiaba el año, porque podría ser un muerto que buscaba vivos. Porque los muertos envidiaban a los vivos y solían querer estar cerca de ellos para sentir la vida cerca. Se cuentan leyendas de gentes que no hicieron caso de la advertencia y tuvieron que dar de beber y cenar a muertos que se presentaron en sus casas. ¿De qué manera se puede evitar a la muerte que traen esos finados? Haciéndoles creer que eres uno de ellos. De ahí que la gente se disfrace de muerto o fantasma en su sudario. También es una manera de espantar el propio miedo. El origen de la calabaza es simpático. Jack O'Latern era un cachondo tan bromista que el propio demonio le pidió que se fuera del infierno. A cambio éste le procuraría almas para llenar su lugar. Desde entonces vaga la noche de Samhain con una calabaza vacía iluminada con un ascua del infierno (en Europa anterior a la conquista americana era un nabo hueco). Durante la noche de Hallowen, los niños salían a asustar a los mayores. En los años 30 en la zona de Chicago y Boston (de raíces irlandesas) los niños huérfanos, hijos de borrachos y prostitutas se reunían para hacer de las suyas. Llegaban a quemar almacenes y a liberar al ganado en los corrales (a tanto llegó que hubo que prohibirlo y todo). Algunos adultos pactaban con ese ejercito de niños salvajes para que no les hiciesen nada y les daban chucherias y dinero, de ahí lo de "truco o trato", traduciendo Trick como gamberrada, más que truco. Desde hace unos años nos está llegando la moda de Hallowen a la católica España, levantando el vello a algunos puristas. También se quejaron cuando el gordo del traje rojo invadió nuestra Nochebuena y dejó a un lado el Belén (o compartió espacio) cambiándolo por un árbol de Navidad (cuando llegue esas fechas haré otro post sobre la Navidad y sus tradiciones) Hoy hay una lucha en los balcones de nuestras ciudades entre los que cuelgan a Papá Noel o a Los Reyes Magos. Y ya están ganando terreno los que ponen un paño rojo con un Niño Jesús reivindicando la Nochebuena tradicional por lo estrictamente religioso. Nos invadió la coca cola y el McDonnald's. Nos invadirá Hallowen pese a quien pese. Pero es que nosotros oímos una fiesta y nos apuntamos, y tampoco es nada malo. Nos gusta un disfraz, salir por la noche y hacer ruido. Los niños se lo pasan bien y no pasa nada.

Se me quedaba en el tintero un tipo de celebración que aquí en España no conocemos apenas y es la manera de pasar esa noche en Centroamérica. Ahí lo más típico es llevar comida a los seres queridos y los disfraces, adornos y juguetes con forma de calavera o esqueletos. Los habitantes precolombinos guardaban a sus muertos momificados y los sacaban una vez al año para que compartiera ese día con ellos como cuando estaban vivos. De ahí el culto a los huesos más que a los cadáveres o fantasmas, y el hacer grandes comidas para todos los muertos de la familia. Como veis la idea es que perdure el recuerdo de los que se fueron. Eso es algo que sabemos desde que somos humanos. Los egipcios tan religiosos y místicos los sabían, por mucho que reces, si te olvidan, no exististe. Ramsés II hizo que se grabase su nombre el triple de profundo que lo normal para que la arena del desierto no lo borrase y su recuerdo perdurase siempre. La familia de Akjenatón, el hereje, fue borrada de los cartuchos y anales, y de no ser por fuentes extranjeras y por la suerte de encontrar sus tumbas intactas, hoy solo se conocería una dinastía sin nombre en mitad del Imperio Nuevo. La muerte es el olvido. La vida eterna, el recuerdo. Buen final este.