martes, 20 de noviembre de 2012

Carta a un antidisturbios



Aun cuando no te lo mereces, por educación, que yo sí tengo, te saludo.

No sé realmente como empezar esta carta, sencillamente porque no sé como funciona tu mente y la capacidad de comprensión que tienes. Te veo por televisión y me das miedo. Te veo en persona y me das pánico. Estás ahí, según dices, para hacer respetar la legalidad. Yo creo que estas ahí para defender el poder establecido. A ti en realidad te importa un pimiento la legalidad o las reivindicaciones de los que se ponen frente a ti.

Pudiste ser un servidor del ciudadano, un policía normal como los miles que hay. Ayudando a personas en apuros, actuando en situaciones de crisis, catástrofes o accidentes. Deteniendo a delincuentes y bandas armadas, o simplemente controlando un aeropuerto o haciéndome el DNI. Pero no, tú elegiste ser UIP, antidisturbios. Porque aquello lo pueden hacer otros. Para las catástrofes y accidentes están los bomberos y Protección Civil, o la Cruz Roja. Tú no eres una ONG. Para controlar las aduanas o el tráfico está la Guardia Civil, que están ahí de toda la vida de Dios. Y para lo demás hay miles de funcionarios, de esos a los que alguna vez has apaleado, para hacerme un carnet. Tú eres voluntario para disolver manifestantes.

Realmente no sé que pensaste el día que se te ocurrió echar la solicitud para entrar en esa unidad. No sé, quizás creíste que era como en esos videojuegos que todos hemos usado donde puedes ir matando “malos” y luego apagas la Play y nadie va a venir a buscarte a tu casa a detenerte por asesino. Porque tú tienes el amparo de las leyes para poder abrirle la cabeza a alguien y ni siquiera te llamen a hacer un informe.

Es más, no sé que pensaste cuando te hiciste policía. ¿Ya pensabas ser UIP, o eso vino después? Si entraste ya con esa condición, perdona que te diga que no difieres nada de esos antisistema contra los que sueles enfrentarte o los ultras a los que aporreas. Como dato curioso te diré que jamás te vi aporrear a un neo-fascista o un skin, quizás por miedo a aquello tan temido de “¡que soy compañero coño!”, y que se vea en los medios a los que no dejáis estar presentes en vuestro “exquisito” trabajo.

Si fue a posteriori, quizás es que la evolución de tu mente ha madurado contra natura y algún resentimiento personal te hace tener ese deseo irracional de golpear sin conciencia. En este caso te aconsejaría un psicólogo y vivirías más feliz.

El caso es que te ves como un profesional del orden, cuando en realidad solo creas caos. Si ya para entrar a la policía no se necesitan grandes recursos académicos, para ser UIP tan solo se necesita un físico adecuado, una gran capacidad de obediencia incuestionada y una enorme dosis de testosterona y de instinto violento.

Sabes que te van a odiar la inmensa mayoría de ciudadanos de a pie porque cualquiera en cualquier momento puede caer bajo tu bastón rompecabezas. Porque no hace falta, como ya hemos visto en innumerables ocasiones, el ser uno de los manifestantes sino tan solo estar en el sitio equivocado cuando comenzáis el arrase. Sabes que solo unos pocos te quieren, tus compañeros y quizás tu madre y tu padre. Crees sin embargo que todos te respetan, y te equivocas. Los que te aplauden lo hacen, bien porque les sirves de infantería para deshacerse de molestias o porque aun no han caído bajo tu bota. Es solo cuestión de tiempo y de dejar fluir los acontecimientos. El resto no te respeta, te teme más de lo que te odia.

No conoces el significado de respeto porque tú mismo careces de ese sentimiento. Tú no respetas a tus jefes, les obedeces. No respetas a tus compañeros, les obligas a tener que justificarse y el corporativismo hace el resto. No respetas la ley, la manejas y la explotas. Y mucho menos respetas a las personas, los ciudadanos, los aplastas. No causas respeto como te dije, el respeto es otra cosa. El respeto según el diccionario es veneración, miramiento, consideración, deferencia. Perdóname que te diga que tú no causas nada de esto a nadie. Déjame que te haga caer en la cuenta, lo siento mucho por ti que quizás creías lo contrario, que causas repugnancia, odio, recelo, rechazo. Ese es tu trabajo amigo mío. Ser el malo de la película, solo que tú lo disfrutas.

Te crees un profesional y no hay nada más lejos de la realidad. Lo que tú haces lo hacen los toros de San Fermín cada año, sin ánimo de ofender. Disolver a un grupo de gente desarmada vestido como un legionario romano y con armas que abren cabezas, sacan ojos y rompen dientes es lo más sencillo del mundo y cualquier paramilitar bosnio lo haría infinitamente mejor que tú. Hasta un gorila o un chimpancé con un palo es capaz de disolver una multitud. Un profesional no esgrime el que perdió los nervios porque le insultaban, para eso te pagan machote y para eso recibes una formación cuando estás en la escala básica. Entonces un arbitro de futbol sería cada fin de semana el “loco de la escopeta” si por insultos tuviera que arremeter.

Dices que sois 15 contra 15000 y teméis la multitud. Será que teméis que se os escapen porque los 14900 que corren despavoridos no creo que supongan un peligro más que por el rastro oloroso que dejan. Y a los 100 que se quedan, entre los que tiran un botellín y los que se quedan tumbados en el suelo con la cabeza abierta, poco temor os debería dar. Que además, para eso os pagan también y os pertrechan con esa partida presupuestaria en material de defensa que ha subido este año un 300%, supongo que porque los que os envían saben que les quedan muchas manifestaciones que tragarse.

Actuaríais igual si os ordenaran disparar contra la multitud con balas de verdad. Porque son ordenes y os ampararíais en la obediencia debida que os exculparía legalmente y os limpiaría la conciencia. No os diferenciáis nada de los que en Chile o en Bosnia masacraban a cientos de personas porque así se lo mandaban sus jefes, sin preguntarse si era o no ético. No os diferenciáis en nada de los que en Polonia, Alemania o Siberia mataban en campos de concentración a millones de civiles porque así se lo ordenaban sus jefes. No os diferenciáis en nada de aquellos “patriotas” de las SS que quemaban libros y rompían escaparates porque era lo mejor para el orden, y así se lo ordenaban y ellos obedecían.

No sé si es lo que os enseñan, aparte de la guerra de guerrillas y el orden cerrado, pero no tenéis empatía alguna. Os digo lo que es por si os suena. Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro. Sois, se supone, ciudadanos como los demás. Que pagáis el IVA al 21%, impuestos a pesar de que cobráis una mierda, os recortan sanidad, os desahuciarían si os quedaseis sin renta para pagar la hipoteca, os han quitado la paga de Navidad, y puede que cuando nos doméis hasta seáis prescindibles. Sin embargo ahí estáis rompiendo tibias como matones de barrio y sacando a empujones a ancianas de sus casas. ¿Qué tenéis en el cerebro aparte de muchas horas jugando a “Call of Duty”? ¿Nunca os preguntáis porqué protestan, o se encadenan, o gritan o incluso tiran botellas esos que tenéis delante? Porque no es a vosotros a los que os gritan, no es a vosotros a los que quieren mandar a sus casas, sino a los que también os están maltratando. El perro guardián del usurero que mordía al mendigo y recibía a cambio una patada y un hueso con algo de pellejo. Y no os da vergüenza llamaros defensores del ciudadano. En realidad sois lo que pone en vuestra placa, Fuerzas de Seguridad del Estado, aunque debería añadir “del y para el Estado”.

Ya os digo que no os diferenciáis nada de los violentos a los que golpeáis, amordazáis y reventáis. Sois matones con placa, porteros de discoteca amparados por la ley, siervos del amo. Nunca os daréis cuenta de ello porque no tenéis capacidad de razonar, solo de obedecer. No sois compañeros de esa otra policía que sí está para ayudar. Sois la escoria de una sociedad en la que, gracias a unas oposiciones os ha tocado estar en el lado “correcto”, en el lado del que manda. Sois una inmundicia y no os considero de mi misma especie.
Atentamente, el enmigo.

martes, 13 de noviembre de 2012

"Me ha mirao un tuerto"

Yo no sé si es que me ha mirado un tuerto, pero con mala leche. O que alguien ha cogido un muñequito de trapo y ha dicho: "Venga Antonio, te voy a dar pinchazos hasta en el cielo de la boca". O será que el ojo de Sauron está fijo en mi casa. Lo cierto es que llevo una rachita que, como se dice en mi tierra, "pa'mi se quea".

A los problemas laborales en que vivo desde hace un año, donde he perdido la paga de Navidad, y estoy a punto de perder el trabajo, se une una serie de catastróficas desdichas.

Pues si hace un mes el coche familiar me daba un susto y se llevaba de un plumazo los ahorros de varios años, este fin de semana ha sido de apoteosis. Sí, hace un mes el coche gripó el alternador y rompió la correa. Ésta se metió en la correa de distribución y la rompió también, dejándonos tirados con los niños en mitad de la carretera entre Cádiz y Sevilla. La broma pudo haber costado un dineral si llega a desajustar las válvulas del motor, aun así se llevó 1.200 €. Como dije, los ahorros de varios años, y en un momento en que el dinero no fluye como hace unos años en mi cuenta corriente.

Este fin de semana mi mujer me llama porque el coche pequeño, el que usa para moverse por la ciudad y que tiene sus años (más de diez) a pesar de que la verdad está muy bien, no arranca. Son las 8'00 de la tarde y están en la otra punta de la ciudad. Imagino que es la batería o la puesta en marcha. Si es lo primero, con comprar una batería nueva, listo. Se llevará sus 80€ pero bueno.
Así que voy a buscarlas en el otro coche, el familiar. Las encuentro y efectivamente parece ser la batería. La retiro y me la llevo para comprar la nueva antes de que cierren los comercios, que no es cuestión de dejar el coche abandonado a tomar por culo de mi casa. Antes de ir al comercio, por suerte, decidimos dejar a los niños en casa de los abuelos mientras. Digo suerte porque al arrancar el coche, a los 50 ó 60 metros, el coche empieza a hacer un ruido como si arrastrara ramas o algo. Me bajo y miro debajo. Nada. Arranco otra vez y el ruido sigue aun estando parado. Abro el capó y lo que me temía. De nuevo la correa, ¡tan solo a un mes de ponerla! Esto ya me parece una maldición. Y en la misma semana en la que estoy más jodido por culpa del trabajo. Porque no lo he dicho, pero el martes la policía nos la jugó. Nos permitió una manifestación por las calles de San Fernando hasta la sede del Partido Popular, tras el Ayuntamiento. Cuando la manifestación se dio por concluida, la policía que había formado una trampa en las calles aledañas, nos dejó salir a gran parte de nosotros y cuando tuvo un número que podía reducir, cargó con violencia sobre los que quedaron. Padres de familia de 52 años de media. "Terroristas" claro.

No sé hasta donde voy a aguantar. Sé que habrá muchos que estén infinitamente peor que yo, pero joder, mi vida es la que yo vivo y es la que me afecta directamente. Y me está poniendo a prueba.

Sauron mira para tu puta madre.