Aun cuando no te lo mereces, por educación, que yo sí tengo,
te saludo.
No sé realmente como empezar esta
carta, sencillamente porque no sé como funciona tu mente y la capacidad de
comprensión que tienes. Te veo por televisión y me das miedo. Te veo en persona
y me das pánico. Estás ahí, según dices, para hacer respetar la legalidad. Yo
creo que estas ahí para defender el poder establecido. A ti en realidad te
importa un pimiento la legalidad o las reivindicaciones de los que se ponen
frente a ti.
Pudiste ser un servidor del
ciudadano, un policía normal como los miles que hay. Ayudando a personas en
apuros, actuando en situaciones de crisis, catástrofes o accidentes. Deteniendo
a delincuentes y bandas armadas, o simplemente controlando un aeropuerto o
haciéndome el DNI. Pero no, tú elegiste ser UIP, antidisturbios. Porque aquello lo
pueden hacer otros. Para las catástrofes y accidentes están los bomberos y
Protección Civil, o la Cruz Roja. Tú no eres una ONG. Para controlar las
aduanas o el tráfico está la Guardia Civil, que están ahí de toda la vida de
Dios. Y para lo demás hay miles de funcionarios, de esos a los que alguna vez
has apaleado, para hacerme un carnet. Tú eres voluntario para disolver
manifestantes.
Realmente no sé que pensaste el
día que se te ocurrió echar la solicitud para entrar en esa unidad. No sé,
quizás creíste que era como en esos videojuegos que todos hemos usado donde
puedes ir matando “malos” y luego apagas la Play y nadie va a venir a buscarte
a tu casa a detenerte por asesino. Porque tú tienes el amparo de las leyes para
poder abrirle la cabeza a alguien y ni siquiera te llamen a hacer un informe.
Es más, no sé que pensaste cuando
te hiciste policía. ¿Ya pensabas ser UIP, o eso vino después? Si entraste ya con
esa condición, perdona que te diga que no difieres nada de esos antisistema
contra los que sueles enfrentarte o los ultras a los que aporreas. Como dato
curioso te diré que jamás te vi aporrear a un neo-fascista o un skin, quizás
por miedo a aquello tan temido de “¡que soy compañero coño!”, y que se vea en
los medios a los que no dejáis estar presentes en vuestro “exquisito” trabajo.
Si fue a posteriori, quizás es
que la evolución de tu mente ha madurado contra natura y algún resentimiento
personal te hace tener ese deseo irracional de golpear sin conciencia. En este
caso te aconsejaría un psicólogo y vivirías más feliz.
El caso es que te ves como un
profesional del orden, cuando en realidad solo creas caos. Si ya para entrar a
la policía no se necesitan grandes recursos académicos, para ser UIP tan solo
se necesita un físico adecuado, una gran capacidad de obediencia incuestionada
y una enorme dosis de testosterona y de instinto violento.
Sabes que te van a odiar la
inmensa mayoría de ciudadanos de a pie porque cualquiera en cualquier momento
puede caer bajo tu bastón rompecabezas. Porque no hace falta, como ya hemos
visto en innumerables ocasiones, el ser uno de los manifestantes sino tan solo
estar en el sitio equivocado cuando comenzáis el arrase. Sabes que solo unos
pocos te quieren, tus compañeros y quizás tu madre y tu padre. Crees sin
embargo que todos te respetan, y te equivocas. Los que te aplauden lo hacen,
bien porque les sirves de infantería para deshacerse de molestias o porque aun
no han caído bajo tu bota. Es solo cuestión de tiempo y de dejar fluir los
acontecimientos. El resto no te respeta, te teme más de lo que te odia.
No conoces el significado de
respeto porque tú mismo careces de ese sentimiento. Tú no respetas a tus jefes,
les obedeces. No respetas a tus compañeros, les obligas a tener que
justificarse y el corporativismo hace el resto. No respetas la ley, la manejas
y la explotas. Y mucho menos respetas a las personas, los ciudadanos, los
aplastas. No causas respeto como te dije, el respeto es otra cosa. El respeto
según el diccionario es veneración, miramiento, consideración, deferencia.
Perdóname que te diga que tú no causas nada de esto a nadie. Déjame que te haga
caer en la cuenta, lo siento mucho por ti que quizás creías lo contrario, que
causas repugnancia, odio, recelo, rechazo. Ese es tu trabajo amigo mío. Ser el
malo de la película, solo que tú lo disfrutas.
Te crees un profesional y no hay
nada más lejos de la realidad. Lo que tú haces lo hacen los toros de San Fermín
cada año, sin ánimo de ofender. Disolver a un grupo de gente desarmada vestido
como un legionario romano y con armas que abren cabezas, sacan ojos y rompen
dientes es lo más sencillo del mundo y cualquier paramilitar bosnio lo haría
infinitamente mejor que tú. Hasta un gorila o un chimpancé con un palo es capaz
de disolver una multitud. Un profesional no esgrime el que perdió los nervios
porque le insultaban, para eso te pagan machote y para eso recibes una
formación cuando estás en la escala básica. Entonces un arbitro de futbol sería
cada fin de semana el “loco de la escopeta” si por insultos tuviera que
arremeter.
Dices que sois 15 contra 15000 y
teméis la multitud. Será que teméis que se os escapen porque los 14900 que
corren despavoridos no creo que supongan un peligro más que por el rastro
oloroso que dejan. Y a los 100 que se quedan, entre los que tiran un botellín y
los que se quedan tumbados en el suelo con la cabeza abierta, poco temor os
debería dar. Que además, para eso os pagan también y os pertrechan con esa
partida presupuestaria en material de defensa que ha subido este año un 300%,
supongo que porque los que os envían saben que les quedan muchas
manifestaciones que tragarse.
Actuaríais igual si os ordenaran
disparar contra la multitud con balas de verdad. Porque son ordenes y os
ampararíais en la obediencia debida que os exculparía legalmente y os limpiaría
la conciencia. No os diferenciáis nada de los que en Chile o en Bosnia
masacraban a cientos de personas porque así se lo mandaban sus jefes, sin preguntarse
si era o no ético. No os diferenciáis en nada de los que en Polonia, Alemania o
Siberia mataban en campos de concentración a millones de civiles porque así se
lo ordenaban sus jefes. No os diferenciáis en nada de aquellos “patriotas” de
las SS que quemaban libros y rompían escaparates porque era lo mejor para el orden,
y así se lo ordenaban y ellos obedecían.
No sé si es lo que os enseñan,
aparte de la guerra de guerrillas y el orden cerrado, pero no tenéis empatía
alguna. Os digo lo que es por si os suena. Identificación mental y afectiva de
un sujeto con el estado de ánimo de otro. Sois, se supone, ciudadanos como los
demás. Que pagáis el IVA al 21%, impuestos a pesar de que cobráis una mierda,
os recortan sanidad, os desahuciarían si os quedaseis sin renta para pagar la
hipoteca, os han quitado la paga de Navidad, y puede que cuando nos doméis
hasta seáis prescindibles. Sin embargo ahí estáis rompiendo tibias como matones
de barrio y sacando a empujones a ancianas de sus casas. ¿Qué tenéis en el cerebro
aparte de muchas horas jugando a “Call of Duty”? ¿Nunca os preguntáis porqué
protestan, o se encadenan, o gritan o incluso tiran botellas esos que tenéis
delante? Porque no es a vosotros a los que os gritan, no es a vosotros a los
que quieren mandar a sus casas, sino a los que también os están maltratando. El
perro guardián del usurero que mordía al mendigo y recibía a cambio una patada
y un hueso con algo de pellejo. Y no os da vergüenza llamaros defensores del
ciudadano. En realidad sois lo que pone en vuestra placa, Fuerzas de Seguridad
del Estado, aunque debería añadir “del y para el Estado”.
Ya os digo que no os diferenciáis
nada de los violentos a los que golpeáis, amordazáis y reventáis. Sois matones
con placa, porteros de discoteca amparados por la ley, siervos del amo. Nunca
os daréis cuenta de ello porque no tenéis capacidad de razonar, solo de
obedecer. No sois compañeros de esa otra policía que sí está para ayudar. Sois
la escoria de una sociedad en la que, gracias a unas oposiciones os ha tocado
estar en el lado “correcto”, en el lado del que manda. Sois una inmundicia y no
os considero de mi misma especie.
Atentamente, el enmigo.