jueves, 31 de mayo de 2012

Escribir sin amos

Me siento escritor, aunque aun no lo soy. Y a continuación propongo lo que debería ser el código deontológico del escritor y el periodista, como el juramento hipocrático para los médicos.


"Me gusta provocar. Adoro este suplicio.
¿Qué quieres que haga?
¿Buscarme un protector?
¿O un amo tal vez?
Y como hiedra oscura que sube la pared,
medrando sibilina, y con adulación
 ¿Cambiar de camisa para obtener posición?
¡No, gracias!

 ¿Dedicar si diera el caso,
versos a los banqueros?
¿Convertirme en payaso?
¿Adular con vileza los cuernos de un cabestro,
por temor a que me lance algún gesto siniestro?
¡No, gracias!

¿Desayunar cada día un sapo?
¿Tener el vientre panzón,
un papo que me llegue a las rodillas,
con dolencias pestilentes de tanto hacer reverencias?
¡No, gracias!

¿Adular el talento de los camelos?
¿Vivir atemorizado por infames libelos
Y Repetir sin tregua: "... ¡Señores soy un loro,
quiero ver escrito mi nombre en letras de oro!..."?
¡No, gracias!

¿Sentir terror a los anatemas?
¿Preferir las calumnias a los poemas?
¿Coleccionar medallas? ¿Urdir falacias?
¡No, gracias! ¡No, gracias!
¡No... gracias!

Pero cantar, soñar, reír, vivir, estar sólo...
Ser libre, tener el ojo avizor, la voz que vibre.
Ponerme por sombrero el universo,
por un sí o por un no.
Batirme o hacer un verso,
despreciar con valor la gloria y la fortuna,
viajar con la imaginación ¡a la luna!

Solo al que vale reconocer los méritos,
no pagar jamás por favores pretéritos.
Renunciar para siempre a cadenas y protocolo.
Posiblemente no volar muy alto... pero sólo."

Cyrano de Bergerac, de Edmond de Rostand.

lunes, 28 de mayo de 2012

Tabula rasa


Periandro, segundo tirano de Corinto allá por el siglo VII a.C. y uno de los llamados "Siete Sabios de Grecia", envió a un embajador a Mileto para consultar al tirano Trasíbulo la mejor forma de mantenerse en el poder. Trasíbulo paseaba por el campo y sin decir palabra se dedicó a tronzar con una varita de mimbre toda espiga que sobresaliese del resto de espigas. El embajador comprendió al instante que para mantener el poder debía deshacerse de todo aquel que sobresaliera o despuntara.

Cada vez estoy más convencido de que el objetivo final de este gobierno de Mariano Rajoy es acabar con el statu quo de la sociedad actual española.

Y ya me lo advirtieron, hace unos pocos años, un par de primos míos que se las dan de burgueses.

Uno de ellos es abogado, aunque ejerce en una especie de gestoría haciendo nóminas y llevando seguros, etc. El otro es empresario.

En una reunión familiar (no muy feliz) estábamos charlando de temas laborales sin importancia (aún no se hablaba de la crisis) cuando el abogado comentó algo sobre los obreros. No se si la frase fue “estos proletarios siempre pidiendo más” o algo así. La cosa es que el empresario respondió: “cuidado que el primo Antonio también es proletario, no se vaya a mosquear y se de por aludido”.

Yo simplemente les contesté que no me daba por aludido, porque yo no era ni proletario, ni obrero… yo solo era un trabajador. Y que yo no pediría nada más que lo que me corresponde… pero no permitiría que me quitaran nada de lo que ya tuviese.

La respuesta fue, que yo era de los del puño en alto pero luego lo mío era solo mío.

No si te parece lo voy a repartir. Abro mi casa y mi cuenta y venga “calentito lo traigo oigan”. Que nos dicen que los izquierdosos (rojillos o progres es ahora la palabra derechona, aunque a ellos les molesta que les llamemos fachas) tenemos ideas anticuadas y que vivimos en el mundo de principios del S XX, pero ellos aun creen que “queremos quitarles las tierras y repartirlas entre las chusmas de jornaleros ávidos de sangre noble”.
La cuestión es que le dije, después de recordarles que todos los allí presentes estábamos en el mundo gracias a obreros (como nuestros respectivos padres) o jornaleros (como nuestros comunes abuelos) y que ninguno pertenecía a ninguna rama venida a menos de una casa ducal, que con mi trabajo y mi sueldo yo tenía dos coches y una casa propia igual que ellos (bueno que uno de ellos, porque el abogado ni lo uno, ni lo otro) y una familia sin una sola necesidad, que me iba una semana al año de vacaciones y vivía modestamente, pero como un señor. Que era un buen ahorrador y me quitaba de lujos innecesarios para satisfacer otros caprichos que me reportaran vivencias agradables (como las vacaciones con mi familia).

“Ves primo, ese es el problema. Que tú, sin titulación universitaria, sin una empresa a tus espaldas, sin arriesgar más que lo normal en tu trabajo (le parecerá poco al gachó arriesgar el pellejo cada día que cogía el soplete o me ponía cerca de 2 toneladas de metal suspendida de un cable), sin más que un sueldo, puedas tener dos coches y una casa. Que puedas irte de vacaciones cada año, que tus hijos puedan ir a la Universidad, que te puedas operar de lo que quieras y gratis, que puedas cenar en cualquier restaurante. Y no es que yo te desee lo contrario, pero hay mucha gente que no está a gusto con esa situación y algún día van a hacerlo cambiar”.

Pero ¿les quito yo algo a ellos o es solo pura envidia? Pregunté.

“Ni lo uno ni lo otro. Es simplemente que los grandes empresarios y profesionales titulados han gastado mucho dinero en estar donde están. Pagan mucho dinero para que sus hijos estudien en universidades privadas y colegios privados que valen una pasta. Pagan una millonada por un seguro privado para ellos y su familia. Se gastan los cuartos en un plan de pensiones y arriesgan en bolsa para procurarse una jubilación de lujo. Gastan mucho en coches, viviendas, restaurantes y ropa. Para que luego venga gente como tú, o menos que tú, y vivan como ellos.

Un simple albañil que no llegó a terminar la E.G.B., que sabe escribir lo justo, que sea dueño de una pequeña empresa, que tenga un Todoterreno, una casa de dos plantas, un chalé en la playa y los hijos en la universidad. Como hay muchos viviendo como jeques.

O tú que trabajas en una empresa, con el F.P. a lo justo y cobrando un sueldo más alto que el del primo (el abogado). Eso hay mucha gente que no lo puede, que no lo quiere permitir”.

Yo asistía boquiabierto a ese vaticinio, aunque por entonces pensaba que solo eran mamarrachadas del momento algo tenso.

“Imagina ese médico, hijo y nieto de médicos, casado con una médico, hija y nieta de médicos, con los hijos en la Universidad Europea de Madrid, y que luego los hijos del albañil se codeen con ellos por los pasillos de cualquier hospital, o estén cenando en la playa en la mesa de al lado y comiendo la misma langosta Thermidor y en el mismo hotel ¿de qué le ha valido su apellido, su dinero y su alta cuna si al final está justo al lado del albañil? Eso es lo que piensan.

Que no primo, que los que están arriba quieren la habitación con vistas para ellos solos o para los que son como ellos, de su élite. Y no van a permitir que esto siga así. Son muchas cenas con empresarios donde la conversación acaba en lo mismo. En para qué estoy pagando un seguro privado si el desgraciado que me limpia el jardín se puede operar de lo mismo que yo y gratis, para qué pago colegio privado trilingüe a los fieras de mis hijos si les vale para lo mismo que el público de las hijas de mi asistenta, que hasta le regalan un portátil y estudian matemáticas en ingles, y eso que es peruana o filipina y a saber como llegó aquí. Que el que reparte la fruta o el que me cerró el porche del chalet tiene uno casi igual de grande. Que coincidí en un Spa en Alemania con una que era la mujer de un cristalero y el de la pescadería va con la amante al mismo concesionario que yo con su Rav4. Que no, que no van dejar que siga esto.”

Visto lo que está pasando en el país y a tenor del desmantelamiento que, con la excusa de la crisis, está realizando el PP con todo la jeta posible y sin disimular lo más mínimo, en los primeros 5 meses de gobierno, y desde la primerísima semana de toma de posesión del cargo, creo firmemente que todo es una orquestación por parte de la clase media alta para deshacerse de invasores y vecinos molestos.

Ahora podéis tacharme de teórico de la conspiración o fantasioso. Espero por el bien de todos que solo sea eso, una teoría o una fantasía y que no tenga que decir de los incrédulos que sois unos ilusos.

Pero vamos, tiempo al tiempo.

jueves, 24 de mayo de 2012

A cada cual lo suyo

Como norma, deberiamos recurrir a observar y buscar en el pasado el origen de las cosas para saber el porqué de la actualidad.
Buscando en nuestra lingua mater, el latín, y en la historia de Roma, nuestro mayor referente, podemos observar lo siguiente y sacar una conclusión:
-Maestro, vocablo procedente del latín "magister" y este del adjetivo "magis", más o más que. Se daba a los que eran superiores en sabiduria o habilidades. Ejemplo, magister militum, el mejor del ejercito, o magister officium, el mejor en el consejo
-Rector, procede del vocablo "rector magnificus" y estos de los adjetivos "regere" el que gobierna" y "magnus" el más grande. Es decir, el mejor gobernante o la máxima autoridad en algo.
- Ministro viene del latin "minister" y este del adjetivo "minus", menos que o mínimo, el menor de todos. Se daba en Roma a los esclavos que no tenian una habilidad concreta y a los simples sirvientes o sin ninguna responsabilidad.

Conclusión, señor ministro, cualquier imbecil podría tomar su cargo y escuche a los maestros y rectores que son los que de verdad saben, conocen y solucionan.

jueves, 10 de mayo de 2012

Guarda silencio, no va contigo.








«Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a buscar a los judíos,
no protesté,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a buscarme a mi,
no había nadie más que pudiera protestar.»


(Martin Niemöller, 1892-1984)

Soy del Atleti. En cualquier caso



Es muy fácil ser del Real Madrid. Antiguamente incluso iba en el ser español.

Es realmente sencillo ser del Barça. No hace falta ni hablar catalán, ni siquiera en la intimidad.

Se es del Madrid o del Barça porque tu padre lo es también. Hay incluso quienes son de uno u otro porque su padre es del contrario, por joder.

Los niños quieren una camiseta del Madrid o del Barça porque mola, porque ganan títulos, porque sus jugadores salen en anuncios de perfume o de coches potentes. Tienen novias espectaculares, mansiones de cine y montan fiestas de vicio.

La gente va por la calle con un escudo del Madrid o del Barça y nadie les toma importancia. Es algo normal, sencillo… diario.

Hay muchísima gente que aun siendo de su equipo local (Sevilla, Betis, Cádiz o Alcorcón) sienten simpatía  y un no se qué por el Madrid o el Barça. Es normal, hay madridistas y culés por todo el mundo. Vas a una aldea perdida del Congo y te sale un tío con la camiseta del Barça haciendo un gesto particular de alguno de sus jugadores. Subes al Aconcagua y uno de los incas que sobrevive a duras penas escarbando patatas tiene puesta la camiseta “blanca que no empaña”.



Entonces te preguntas… ¿Y yo, porqué soy del Atleti?

¿Qué tengo o qué me falta para que me guste el Atleti?



Yo te lo voy a decir amigo mío.

Ser del Atleti es ser diferente.

No todo el mundo podría ser del Atleti, ni todo el mundo debería ser del Atleti.

Ser colchonero es estar dispuesto a sufrir en silencio cada derrota que nos merecimos, cada victoria que se nos escapó de la punta de los dedos.

A tener el escudo, la camiseta o la bandera guardada en un cajón esperando una oportunidad de salir. A no recordar ni donde está metida o encontrarla de pronto o decir: “Mira, el pin del Atleti estaba en esta cajita”.

A ver las muchas alegrías, que ya por ser tantas debe ser como comer cada día lo mismo, de esos grandes equipos millonarios del que todos los niños quieren ser. De levantar la vista cuando dos madridistas o dos culés se dan palmaditas en la espalda y volver a tus papeles suspirando, como que eso no va contigo.

Ser del Atleti es sentir hinchársete el pecho cuando meten un gol o ganan un partido y no tener la necesidad de que hasta en la lejana China se enteren. De asomarte al balcón la noche que ganaste la final y solo oír el viento y algún sonido de tráfico lejano. De levantar los puños y gritar pá dentro, no sea que te tomen por loco o alguien llame al SAMUR.



Hay quien es más anticulé que madridista y viceversa. Hay incluso quien asocia el ser culé o madridista a una idea política o de naciones contra naciones. El del Atleti, es del Atleti, punto.



¿Porqué somos del Atleti? Sencillamente porque estamos hechos para ello. Porque solo nosotros tenemos capacidad y aguante para ello. Para soportar lo insoportable sin desfallecer, como un infante de Lope de Vega. Para asimilar las alegrías que vienen con cuentagotas sin que nos de un amago de infarto.



Somos del Atleti como se puede ser de una religión cualquiera, porque tenemos fe en que algún día, en un campo cualquiera, en un campeonato cualquiera, las rayas rojas y blancas del equipo que tanto nos hace sufrir, nos eleven al Olimpo donde, a buen seguro, nos espera Neptuno con la mejor de las sonrisas.



¡Aupa Atleti!