martes, 11 de enero de 2011

Andaluces levantaos, ¿Quién dice que estemos sentados?

“El problema de esta señora (refiriéndose a la entonces Ministra de Fomento Magdalena Álvarez, nacida en San Fernando, Cádiz) es que tiene acento de chiste. Yo por ejemplo llamo a un hotel en Córdoba y es que no me entero de nada y es un problema de comunicación”.
—Montserrat Nebrera, diputada para el parlamento catalán por el PP, 10 de Enero de 2009—
“Los niños andaluces son prácticamente analfabetos”.
Ana Mato, diputada del PP por Madrid, en una entrevista a Punto Radio, 1 de Marzo de 2008—
“Era un subnormal total y un cretino integral”.
—Alejo Vidal Qadras, Eurodiputado del PP, en Octubre de 2007 respecto a Blas Infante (padre de la patria andaluza, asesinado el 11 de Agosto de 1936 por falangistas entre Carmona y Sevilla. Licenciado en Derecho, notario, historiador, musicólogo, antropólogo, escritor y periodista).—
“Zapatero derrocha el dinero de los contribuyentes para ir a Sevilla y dar... pitas, pitas, pitas”
—Esperanza Aguirre, presidenta de la Comunidad de Madrid, en una declaraciones a Telemadrid en referencia a la subida del subsidio de desempleo agrario en Andalucía. 23 de Marzo de 2010—
Tambien Duran i Lleida, diputado por CiU y Luis de Rivero, presidente del Grupo Sacyr de construcción han dicho que el PER (plan de empleo rural) fomenta la vagancia de los andaluces.
Y para terminar, la perla de don Joan Puigcercos de Esquerra Republicana de Catalunya dice que en Andalucia no paga impuestos ni Dios mientras en Cataluña tienen instalada a la Agencia Tributaria.
Todas estas perlas forman un rosario negro y pesado que tenemos que aguantar los andaluces desde hace ya demasiado tiempo. Estas son las “desafortunadas” declaraciones de personajes públicos que tienen la desgracia o la estulticia de decirlas en un ente público. Pero ¿cuántos insultos pasan desapercibidos en la “oscuridad” del anonimato o la privacidad del comentario doméstico?
Tenemos los andaluces una losa grande y pesada que la historia reciente no ha hecho nada por hacer desaparecer. Vagos, graciosos; más que graciosos, chistosos. Siempre alegres y dispuestos a la fiesta. Viviendo de la limosna de los demás, de los demás españoles y europeos se entiende.
Y es que aun renquea la época en que los señoritos se paseaban a caballo por las plazas de los pueblos andaluces seguidos por una tropa de chiquillos harapientos, mugrientos y llenos de mocos, piojos y hambre, mucha hambre, peleando por los reales que con su bigote tieso dejaba caer el dueño de sus vidas y de la de sus padres. Aquellos cortijos desde donde se decidida la suerte de los andaluces que dejaban su sudor y su sangre en las tierras que nunca serian suyas, aquellos jornaleros como a los que hoy quieren quitarles el PER gentes que no han visto un labrantío en su puta vida, que no saben lo que es tener que sentarse en la plaza y esperar a ver si el capataz le dará hoy trabajo o no, esos capataces que hace unas cuantas generaciones ni les miraban a la cara porque eran inferiores.
Los andaluces de entonces no tenían nada suyo, nada propio salvo su cultura y esta cultura era considerada como a ellos mismos, algo de calidad inferior. Nos subyugaron, nos sometieron, nos avasallaron, nos dominaron, nos oprimieron y esclavizaron llevándose todas nuestras riquezas más allá de Despeñaperros. Y ahora dicen que no nos gusta pagar. Pagamos lo que nos corresponde. La lástima es que si aquí no paga ni Dios es porque a lo mejor no tenemos con que hacerlo. Porque los patrones se llevaron las empresas fuera de aquí atraídos por dádivas fiscales aunque luego contrataban andaluces “porque eran sufridos”.
Con el franquismo se creó una Andalucía diferente. Por una parte los grandes de España nos tomaron como coto de caza. Caza mayor, menor y humana. Robándonos hasta los niños. Y por otra el circo donde venir a que les entretuvieran con palmas y jamón. Nos tenían por pobrecitos, sumisos y agradecidos que con la gorra en la mano y la mirada en los zapatos decíamos a todo que sí. Esa imagen es la que ha quedado al resto de españoles y la que nos ha dejado la impronta a los propios andaluces. Las palmas, el flamenco, las procesiones, el Rocio, los olés, los “miarmas”, los “arsas”, los toros, las peinetas y los volantes, el chiste. Toda la panoplia de la España cañí de castañuela y pandereta, que el Régimen supo explotar durante la posguerra para entretener a las clases medias emergentes, con películas de copla y flamenco, de “Lolillas” de ojos brillantes y vocecillas chillonas y “Joselillos” de rizo en la frente y eterna colilla colgando de la boca.
—“Vamo Jozelillo, recohe lo burto que er zeñito Rafaé quiere que le cantemo un par de coplilla, ele.”
—“Osú Lolilla, ¿ara questaba en lo mejón der sueño? Vargame la Virgen de la Macarena, ten cariá.
Y mientras Lolilla se reia con los brazos en jarras, el Joselillo resoplaba haciendo muecas con la cara, entre las risas de los bien vestidos galanes y las señoritas repeinadas que normalmente no eran andaluces, claro.
Llegó el turismo y las suecas, y las muñecas gitanillas de Marín y el torito para encima del televisor. Hasta en Madrid o Barcelona lo andaluz era typical spanish para los visitantes de allende los Pirineos. Pero no con el gusto respetuoso por una cultura o un folklore, como iba a ser si ni los mismos españoles lo tenían, sino para echar monedas como si fueran cacahuetes a los monos.
Eso quedó en la mente de los no andaluces hasta hoy y, para que negarlo, en la de la mayoria de andaluces.
Olvidados quedaron los emperadores hispalenses Trajano y Adriano de origen plebeyo, que además de grandes militares fueron grandes constructores de edificios públicos (y usados gratuitamente por todos los hijos de la Gran Roma, señal de que no eran los típicos señoritos andaluces). Séneca, el filosofo cordobés y su desconocido padre, el escritor y orador Marco Anneo Séneca. El geógrafo Pomponio Mela nacido en Algeciras en el siglo I. El filosofo y médico cordobés Averroes y su discípulo judeo-cordobés Maimónides. Los literatos, desde el sevillano Antonio de Nebrija, que fue el primero en hacer una Gramática de la Lengua Castellana (que curioso, si no sabemos hablar el castellano y tenemos un acento de chiste) en el mismo año en que andaluces descubrían América para el mundo moderno (sí, digo bien, porque los marinos que iban en las carabelas y en la nao eran andaluces). El también sevillano Mateo Alemán, padre de la novela picaresca allá por el 1528.
El poeta cordobés Luis de Góngora de quien diría Cervantes: “Aquel que tiene de escribir la llave, con gracia y agudeza en tanto extremo, que su igual en el orbe no se sabe es Don Luis de Góngora, a quien temo agraviar en mis cortas alabanzas, aunque las suba al grado más supremo”. Los románticos, como el cordobés Duque de Rivas o el gaditano José Cadalso. El romántico supremo, el sevillano Bécquer: “Serpiente del amor, risa traidora, verdugo del ensueño y de la luz, perfumado puñal, beso enconado... ¡eso eres tú!”. Mi paisano y académico de la lengua española Antonio García Gutiérrez cuya obra, “El trovador”, ha sido la más aplaudida en su estreno en toda la historia del teatro español y mereció que Giuseppe Verdi la adaptara para opera y repitió luego con “Simón Bocanegra”. El también académico de la lengua, el granadino Pedro Antonio de Alarcón, autor de “El sombrero de tres picos”. El añorado y llorado sevillano Antonio Machado para el que no hay palabras que definan su poesía intimista y que dijo que la poesía era una honda palpitación del espíritu. El Premio Nobel de Literatura, el onubense Juan Ramón Jiménez (y resulta que somos analfabetos). Y con Lorca, Cernuda, Alberti y Alexandre llegamos al culmen. Y Gala.
Que decir de Picasso, de Romero de Torres, de Velázquez, de Murillo o Zurbarán. Músicos como Falla, Turina o Andrés Segovia y actualmente Sabina o Miguel Rios. Cineastas y actores, médicos y arquitectos, ingenieros y científicos, escultores y emprendedores. Y tantos y tantos anónimos o desconocidos que, lejos de los tópicos, han llevado el andaluz y el nombre de Andalucía a los más altos escalones del arte y la vida social y cultural.
No tengo que presumir de ello, pero la indigna inquina hacia una tierra que nunca pidió ser España ni quiso representarla, me hace aborrecer el vergonzoso yugo que nos colgaron sin pedirlo. Nunca exigimos reconocimiento derramando sangre como han hecho otros, pero ya va siendo hora de devolver la pelota al tejado de quien corresponda. No con bombas ni insultando al vecino, que bastante tiene con la que está cayendo. Lo hacemos como siempre lo hicimos, con palabras. Palabras que, bien dichas pero en andaluz, duelen más que puñaladas.
Porque ayudamos a levantar otras tierras dando mucho y pidiendo poco y se nos pagó con el desprecio. Es hora de levantar ya la cabeza y que nos de el sol en la frente, que el cogote lo tenemos ya escaldado. Y lo demostramos siendo la región con más desarrollo tecnológico, científico y social de occidente en un tiempo record. Justo el tiempo que nos han dejado respirar aire, libres. Cuando el maldito cacique explotador, el fascista obsceno y racista, el conservador clasista y retrógrado, el cura inquisidor y su ralea que nos mantuvo la cerviz oprimida, han comprendido que ya no hay marcha atrás. Que ya no somos sumisos, graciosos e inocentes, casi infantiles.
Pero para ello tenemos que mirar también dentro de casa. Abrir ventanas y airear las mohosas creencias que aun nos hace creer a muchos en aquella Andalucía que ya no existe. Que nos hace creer que los demás tienen razón y que hablamos un castellano “malamente”. Porque para muchos de aquí, pero muchos, de Despeñaperros para arriba son gente fina y hablan divinamente mientras aquí somos algo mejor que borricos. Siento vergüenza de aquellos que salen de Andalucía una semana y tratan de imitar un falso acento para no quedar mal y solo quedan en ridículo y en evidencia. Más aun de aquellos que van de graciosos de chiste rápido y hacen el “chiquito” con chascarrillos y exageraciones para despertar la risa y la amabilidad de los de arriba. Asco del que tiene que hacerse el andaluz más andaluz (no con orgullo) para ser simpático y ocurrente.
Y no, no me gusta la Semana Santa ni se me eriza el vello con una “levantá”. No tengo ni idea de flamenco ni se cantar un solo fandango, ni la diferencia entre Camarón y Antonio Mairena. No iría al Rocío ni aunque repartieran todo el oro que lleva encima a los visitantes. Las sevillanas si son aceitunas, vale. Solo toco las palmas cuando aplaudo y los toros me gustan sueltos en el campo o en un plato con patatas. Sin embargo me siento andaluz, hablo andaluz y soy andaluz. Porque ser andaluz es más que todo eso y ni Séneca tocaba los palillos, ni Trajano bailaba sevillanas, ni los Tartesios fueron nunca a la Feria, y eran tan andaluces como la Giralda o la Alhambra.
Para finalizar criticar los productos andaluces que más daño hacen a los andaluces. No me refiero a una comida o un adorno típico. La “ventana de Andalucía” como les gusta que la llamen. La televisión pública andaluza con su omnipresente Juan Ymedio (como coño se escriba) sacando a los pobres inocentes que llevaron en su cuello la carga de la servidumbre y la ignorancia, para servir una vez más de payasos de circo, disfrazándolo de servicio público altruista y caritativo, sacando en pantalla a nuestros venerables y respetables mayores para servir de risa y broma en una grotesca burla de sus escasos estudios y sus muy trabajados cuerpos (porque la mayoría tuvo que trabajar cuando aun no había derechos de los niños ni se conocía lo de “explotación infantil” pero si había hambre, mucha, mucha hambre), en un programa donde como si fueran gallinas o caballos los emparejan llenándose así de paso los bolsillos. Buscando la broma fácil y dando carnaza a los de fuera. ¿Escondemos a nuestros viejos? ¿nos avergüenzan? Me avergüenza quien se aprovecha de ellos para sacar tajada. Seria muy diferente un programa serio donde tuviesen la oportunidad de contarnos su vida, su trabajo de toda una vida, sus experiencias, sus manos arrugadas y cortadas, con respeto y dignidad. Pero eso no es vendible. Saca también en esa especie de monstruosa caja de las “rarezas de la naturaleza” (como se llamaba antes a los espectáculos de siameses y mujeres barbudas) a niños que con sus dientecitos aun recién salidos, vociferan imitando en un remedo chistoso y babeante, a lo que sus padres y abuelos hubieran querido parecerse. El cantante de flamenco que a berridos disonantes imita al ídolo de sus abuelos con solo tres años tras una gafas más grandes que su cara, la niña que mientras se enrosca el lazo en el dedo canturrea una copla de Marifé con la barbilla hundida en el pecho y la voz encogida, la aprendiza de actriz vestida de chacha (como no podía ser menos) que, con modales bruscos y acento exagerado, hace chistes y se pelea con el que se hizo famoso metiendole manotazos y empujones al de “la plaza estabaaaaaa... abarrotáaaaaa”. Creando una nueva generación de marmotas y monitos de feria para divertir al señorito.
Y la eterna copla, que desde que hace tres años descubrieran el filón no hay quien los haga soltarlo. Haciendo creer que una disciplina perdida y sectaria como es la copla, que tuvo su época y bien que se explotó, pero que se perdió porque hoy día representa a todo ese mundo sórdido y apolillado de una España atrasada y hambrienta, volverá a resurgir como Ave Fénix. Engañando a jóvenes que creen que serán los nuevos “Triunfitos” pero de volante y castañuela, y que los pasean de feria en feria y de verbena en verbena para regocijo de abuelos que, añorando una vida pasada que nunca fue mejor, aunque entonces pudieran peinarse oscuros y brillantes tupés y no tuvieran que dejar los dientes en un vaso, aunque los tuvieran sin estrenar. Y para rentabilizar la “Operación Peineta” sacan a sus sonrientes mujeronas y amanerados mozos en cada ocasión que lo requiera, desde el Día de Andalucía (28-F para los despistados o foráneos), a la ebria Noche de Fin de Año (una vez apagadas las hogueras de la “Nochebuena Andaluza” de zambombá y zapateo).
Juanes Ymedios y Pantojas, Risitas y Peitos, Señoritos con gomina y bodega y Duquesitos toreros o toreros con pedigrí, Julianes Muñoz y Gunillas, Nonainos y Lereles, Palmas y Círios, Rosioguapa y guapa y guapa, Omaitas y Puigcercós, Espes y Abertzales, os va a contar un chiste vuestra puta madre. Ah, se me olvidaba, ¡A la mierda!