jueves, 10 de mayo de 2012

Soy del Atleti. En cualquier caso



Es muy fácil ser del Real Madrid. Antiguamente incluso iba en el ser español.

Es realmente sencillo ser del Barça. No hace falta ni hablar catalán, ni siquiera en la intimidad.

Se es del Madrid o del Barça porque tu padre lo es también. Hay incluso quienes son de uno u otro porque su padre es del contrario, por joder.

Los niños quieren una camiseta del Madrid o del Barça porque mola, porque ganan títulos, porque sus jugadores salen en anuncios de perfume o de coches potentes. Tienen novias espectaculares, mansiones de cine y montan fiestas de vicio.

La gente va por la calle con un escudo del Madrid o del Barça y nadie les toma importancia. Es algo normal, sencillo… diario.

Hay muchísima gente que aun siendo de su equipo local (Sevilla, Betis, Cádiz o Alcorcón) sienten simpatía  y un no se qué por el Madrid o el Barça. Es normal, hay madridistas y culés por todo el mundo. Vas a una aldea perdida del Congo y te sale un tío con la camiseta del Barça haciendo un gesto particular de alguno de sus jugadores. Subes al Aconcagua y uno de los incas que sobrevive a duras penas escarbando patatas tiene puesta la camiseta “blanca que no empaña”.



Entonces te preguntas… ¿Y yo, porqué soy del Atleti?

¿Qué tengo o qué me falta para que me guste el Atleti?



Yo te lo voy a decir amigo mío.

Ser del Atleti es ser diferente.

No todo el mundo podría ser del Atleti, ni todo el mundo debería ser del Atleti.

Ser colchonero es estar dispuesto a sufrir en silencio cada derrota que nos merecimos, cada victoria que se nos escapó de la punta de los dedos.

A tener el escudo, la camiseta o la bandera guardada en un cajón esperando una oportunidad de salir. A no recordar ni donde está metida o encontrarla de pronto o decir: “Mira, el pin del Atleti estaba en esta cajita”.

A ver las muchas alegrías, que ya por ser tantas debe ser como comer cada día lo mismo, de esos grandes equipos millonarios del que todos los niños quieren ser. De levantar la vista cuando dos madridistas o dos culés se dan palmaditas en la espalda y volver a tus papeles suspirando, como que eso no va contigo.

Ser del Atleti es sentir hinchársete el pecho cuando meten un gol o ganan un partido y no tener la necesidad de que hasta en la lejana China se enteren. De asomarte al balcón la noche que ganaste la final y solo oír el viento y algún sonido de tráfico lejano. De levantar los puños y gritar pá dentro, no sea que te tomen por loco o alguien llame al SAMUR.



Hay quien es más anticulé que madridista y viceversa. Hay incluso quien asocia el ser culé o madridista a una idea política o de naciones contra naciones. El del Atleti, es del Atleti, punto.



¿Porqué somos del Atleti? Sencillamente porque estamos hechos para ello. Porque solo nosotros tenemos capacidad y aguante para ello. Para soportar lo insoportable sin desfallecer, como un infante de Lope de Vega. Para asimilar las alegrías que vienen con cuentagotas sin que nos de un amago de infarto.



Somos del Atleti como se puede ser de una religión cualquiera, porque tenemos fe en que algún día, en un campo cualquiera, en un campeonato cualquiera, las rayas rojas y blancas del equipo que tanto nos hace sufrir, nos eleven al Olimpo donde, a buen seguro, nos espera Neptuno con la mejor de las sonrisas.



¡Aupa Atleti!

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