miércoles, 24 de abril de 2013

No pongo la mano en el fuego por nadie.

 
 


Muchos solemos usar esta expresión cuando queremos indicar, sobre todo, que no somos fiadores de los actos o palabras de otros. Que no nos hacemos responsables de nadie. Que no atestiguaríamos o avalaríamos a terceros.

La expresión proviene de un antiguo juramento que se hacía entre las tribus germánicas.

La ordalía

La ordalía era un juramento de honor que hacía el hombre libre, y que ponía su integridad en manos de los dioses, para hacer valer su palabra o confirmar su inocencia en cualquier caso difamatorio o punible.

Existían varias modalidades según la época y el lugar. Para algunos consistía en meter la mano en una hoguera o antorcha durante un tiempo estipulado y así soportar el dolor y la quemadura para atestiguar que sí decía la verdad.

En otros casos consistía en tomar un hierro candente de una fragua. Los herreros (muy reputados en etre esos pueblos) daban fe de la temperatura del hierro. De aquí también proviene la expresión "agarrarse a un clavo ardiendo", para simbolizar el hecho de desesperación o demostración de algo en que confiaríamos aun siendo una locura.

Otro método, no por menos aparatoso, menos desagradable, consistía en meter la mano en agua hirviente. El acusado era luego vendado y se le llamaba varios días después para comprobar que las heridas curaban bien, o en caso contrario, los dioses, o Díos en época cristiana, mostraban la felonía.

Taqmbién caminar sobre brasas o pasar entre dos fuegos encendidos podía ser considerado por algunos una ordalía. Por eso en algunos pueblos, no solo de España, se hacen aun en según qué fiestas. No confundir con el salto de hogueras en San Juan por ejemplo, ya que estos son ritos de purificación.

Es normal que pensemos que todos serían tratados de culpables pues todos se quemarían si metieran la mano en fuego, en agua hirviendo o cogieramos un clavo candente. Lo importante es que las heridas curaran en un tiempo estipulado. Eso era signo de inocencia. Existían por supuesto trucos para salir airosos. También es de tener en cuenta la creencia de aquel que se somete a la ordalía. Si se sabía culpable, era dificil que se sometiera a tamaña crueldad, creedor de que los dioses le castigarían con terribles llagas supurantes.

Esto me trae el recuerdo de una costumbre que leí, tenían los indígenas del Amazonas. Cuando dos personas vienen con una disputa al jefe, este les da una vara verde a cada uno. El demandante, toma la vara y descarga tantos varazos en el costado del demandado, como considere oportuno segun la afrenta. El demandado levanta el brazo y se deja varear. La genialidad consiste en que luego, el demandado tiene que descargar sobre el costado del demandado los mismos golpes. De esta manera, te lo piensas dos veces a la hora de acusar a alguien o te preguntas si merece demasiado castigo. Sabes que si te pasas, luego los recibirás tú y te quedas con los que tú realmente crees que merece.

Cuanto deberíamos aprender los civilizados.

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