miércoles, 16 de enero de 2013

Los políticos NO son unos privilegiados




Cada vez se oye hablar más sobre los privilegios de los políticos. Caemos en el error de creer que los políticos son una élite. Es falso. A este le ha dado fiebre, pensareis.

En política no existen privilegios. Los políticos son servidores del ciudadano. Así es como se entiende la política.

Hasta aquí, lo que debería ser la realidad. En España en concreto, que es lo que conozco, en la práctica existen muy pocos políticos. Lo que hay en España, desde el simple ayuntamiento de pueblo hasta el Congreso, son corruptos, corruptores y corruptibles. Representan el 90% de cargos públicos.

Los corruptores son evidentemente los empresarios (de toda índole y tamaño) y todos aquellos que encuentran un beneficio directo en los políticos de turno que ofrecen, a cambio, dinero o privanza. El político de turno prevarica ofreciendo al empresario beneficios en la administración a cambio de dinero en efectivo o colocación profesional, propia o de algún conocido o familiar.

El corrupto es lógicamente el conseguidor. Sabe que está en una supuesta élite con fecha de caducidad. Por tanto, en los años que dure en el cargo público, tratará de buscarse para sí y para los suyos un futuro acomodado y holgado. Desde sus posibilidades, o corrompiendo a su vez a otros, conseguirá beneficios para los corruptores arriesgándose incluso a perder la libertad y el honor, aunque todos sabemos que el honor hoy en día se suple con una buena cartera repleta de Euros para comprarlo. Los provechos son tan suculentos que el riesgo merece la pena. La mayoría de corruptos logran colocar a conocidos y familia en empresas y cargos para los que no estarían acreditados. Ellos mismos son beneficiarios de esas colocaciones, como padrinos mafiosos, en las que el fulano le estará eternamente agradecido y siempre le deberá un favor ampliando el círculo de corruptos. Ocuparán, una vez acabada su carrera política, cargos importantes en las mismas empresas que les corrompieron y a las que beneficiaron. Se cierra así el círculo.

Los partidos políticos, por su configuración y su forma jerárquica, son los principales viveros de corruptos. Hay quien dice que los partidos políticos no son necesarios. Si no existieran viviríamos en una Dictadura o una Anarquía. Es decir, no habría pluralidad de opiniones y control o en el caso contrario, cada uno iría por su cuenta y sería el caos. Lo que ocurre es que los partidos políticos están organizados por corruptos que premian la fidelidad y la obediencia. Es la manera de escalar puestos dentro de la estructura de partido. Entre los que, con más o menos honradez e ilusión, ingresan en un partido se escogen a aquellos que demuestran ser perfectamente corruptibles. Poco a poco van coronando niveles hasta llegar a algún puesto desde el cual, tal que atalayas, pueden hacer favores a los corruptores. Entran en el círculo vicioso.

¿Cómo se mantiene este círculo? Mediante los pactos. Los corruptores costean los procesos por el cual los corruptos pueden ser procesados. Los partidos pactan entre sí para crear el tejido legal que prevenga la ejecución de dichos procesos. Todo lo que vemos sobre acusaciones y denuncias entre partidos es simple juego de tronos. Sirve para cambiar el color de los gobernantes, luego quedan en agua de borrajas. Los procesados continúan en sus puestos mientras dura el proceso, y aun siendo condenados, vuelven de nuevo a la carga una vez pagan la multa impuesta. Todo son cortinas de humo para disimular otras corruptelas más importantes. Cuando de verdad sale a la luz una posible gran estafa pública, siempre sale a su vez otra de menor entidad que llega a término, para diluir la mayor. Es como aquello de que se coge un alijo de droga de un pequeño traficante, delatado por los mismos que están introduciendo un cargamento exponencialmente mayor por otra vía.

Esto es algo que todos sabemos pero dejamos pasar, porque mientras nos dejen vivir cómodamente que hagan lo que quieran. En España no denunciamos al vecino que estafa a Hacienda porque pensamos que Hacienda nos estafa más a nosotros. Es como aquella parte de “Lazarillo de Tormes” del racimo de uvas. El ciego trajo un racimo e invitó a Lázaro a que, para no tomar más uvas uno que otro, comerían un grano cada vez. Al acabar, el ciego dijo a Lázaro que sabía que le había estado engañando cogiendo tres granos. ¿Cómo es posible que lo sepas? Pues por que yo tomaba dos granos cada vez y no dijiste nada.

Los políticos son necesarios, pero debe haber un órgano exterior que los controle para evitar la corrupción a la que cada vez estamos más acostumbrados. Ese órgano debe estar compuesto por los jueces, si existiera separación de poderes, y por los ciudadanos que los denuncien. Entre los ciudadanos y los jueces debe haber un intermediario que ponga en contacto a unos y otros y estos no son más que los comunicadores. Periodistas de gran talla que no teman investigar, periódicos independientes que saquen a la luz los temas investigados por las denuncias ciudadanas y a los que los jueces tengan por creíbles. Por desgracia, en los pactos antes mencionados está también la imposibilidad de que la ciudadanía denuncie hechos que saben a ciencia cierta. Por miedo a posibles represalias, o por imposibilidad material de presentar cargos contra administradores públicos. La nueva ley de tasas ha hecho flaco favor, como los propios jueces han denunciado, para que la justicia llegue a todos. Nos quedamos con la simple idea de que la impugnación a una denuncia de tráfico será más cara que la propia multa, cuando en realidad es un intento de proteger a los corruptos. Denunciar será caro para quitar la intención antes de que se produzca.

Los políticos viajan en primera, no pagan en el bar, reciben regalos personales, etc. Eso es lo que más se oye sobre ellos, son los privilegios que más denunciamos en las tertulias y mentideros. Claro que no deberían tener estas prebendas, pero eso solo es la punta del iceberg. El mayor “privilegio” que ostenta un político es la impunidad. El resto de privilegios son inherentes a su cargo y son temporales. Se les permiten por el hecho de que sirven a los ciudadanos. No deberían tener permitida una hoja en blanco para vivir como reyes el resto de su vida y la de sus hijos, a costa del sufrimiento de los ciudadanos a los que representan y con el dinero de todos.

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