lunes, 28 de enero de 2013

Enamorarse, o la droga del corazón

Esta entrada se me ocurrió como respuesta a otra de un blog al que encontré por casualidad por estos mundos electrónicos.

               Será el corazón, será el cerebro, será la piel... el caso es que cuando nos aprieta ese ahogo en el pecho, nos late fuerte en las sienes, nos hormiguean los brazos y nos hace cosquillas el estómago es una suerte. Quien no haya sentido nunca eso, no sabe lo que se pierde. Al igual, quien lo ha vivido y ya no lo siente, sea por rutina o desamor, se entristece. Hay que enamorarse más de continuo, aunque sea un amor imposible (que son los que más cunden por el hecho de no consumirlo nunca), aunque ya tengas pareja.      

               El enamoramiento está en una esfera distinta del cariño, del "querer". Te enamoras de una canción, de una pintura, de una casa, de un coche. Son amores o sueños irrealizables. Enamoramiento al fin y al cabo. Pero también, aunque estés feliz con tu pareja, puedes enamorarte de otra persona. Es más, debes enamorarte. Algunos dirán que es una falta de respeto. Yo pregunto ¿porqué? Amas a tu pareja, la respetas, la quieres, la deseas. Pero tu corazón ya no late desbocado imaginando un roce con una mano, una cruce de miradas. Ese enamoramiento que te hace vivir una sensación de sueño irrealizable. 

                 Conviene claro está, por el bien de tu vida sentimental y diaria, que ese enamoramiento sea controlado y efímero. Que además sea inconcluso. Una droga que a veces debemos tomar para salir de la realidad y soñar de nuevo, sea por un día, una semana o un mes. Son enamoramientos que tienen final dulce, porque nunca esperas que el otro lo sepa, porque nunca te hará daño cuando desaparezca. Porque las heridas en el corazón, las soportamos mejor cuando somos jóvenes, y además son necesarias para crecer y apreciar el amor de verdad. Quién nunca ha roto su corazón es porque nunca ha amado, y sería muy triste morir sin haberte nunca enamorado. Pero llegada cierta edad, en la primera madurez, hay que saber dosificar esa droga. Hay que consumirla para no consumirse, pero sabiendo que es un sueño, y que como tal, al despertar, quedará solo en el recuerdo sin que se mezcle con lo cotidiano, que es lo que de verdad te alimenta y te hace caminar. 

                 Hay que ir al reino de los dioses, sentarte a la mesa, comer lo que quieras, pero no debes traerte nada contigo cuando regreses.

1 comentario:

Pauline dijo...

Interesante reflexión. Me he preguntado un montón de veces cómo sería eso de estar siempre en "la cresta del amor". A modo de cachondeo siempre les recomendaba a mis amigas que rompieran con sus novios antes de acomodarse y después buscar un sustituto, de esta manera seríamos las eternas enamoradas.

Estas prácticas se suelen llevar a cabo con mayor frecuencia en el mundo del famoseo ¡con qué facilidad cambian de amoríos! La idea menos atrayente de esa endogamia famosil tal vez sea compartir babas y fluidos varios.

En fin, como bien dices, regresemos al mundo real. Saludos.