jueves, 14 de noviembre de 2013

Como perros echados al sol.

 
 
 
 
 


Ya estoy acostumbrado ser un rojo abyecto para unos y un fascista para otros. Todo depende desde el lado dónde se encuentre el que me mira de perfil.

Quizás hoy me gane una nueva medalla.

Yo hace ya bastante que me pregunto, creo que como mucha gente, qué pasa en este país con seis millones de parados; jóvenes cerebros huyendo de la despreocupación y la indiferencia de los gobernantes hacia el potencial que se nos va; miles de personas que se quedan sin casa por una banca voraz que nos ha metido en esta crisis y que es la primera en ser rescatada, cuando continúan desahuciando a quienes no tienen derecho a rescate; comercios que cierran sus puertas tras años de sufrimiento por no poder competir con los grandes comercios que los devoran; grandes empresas que por haber perdido un euro en el ejercicio anterior negocian un ERE para salir de aquí y marcharse a China; y miles de personas que miran hacia un futuro incierto, separados de unos políticos que se mueven entre sus despachos y los juzgados donde son enjuiciados por corrupción y delitos varios sin perder la sonrisa y el descaro.

 

¿Qué sangre tenemos en las venas? Estamos durmiendo sobre nuestras propias tumbas. Como esos eremitas que dormían dentro de sus nichos por si la muerte les sobrevenía, porque nadie los iba a enterrar.

Tengo una teoría. Aquí no revienta el país porque la gente come todos los días. Sí, como lo oís. Y nos lo restriegan encima cuando protestamos.

 

- “Eres un afortunado tú que tienes trabajo”. Aunque cobres 400€ cuando deberías cobrar 1.100€. Aunque trabajes más horas por el mismo sueldo. Aunque te hayan quitado pagas extras o suplementos, o le tengas que poner culo y cama a tu jefe para que te mantenga en tu puesto. Eres un privilegiado por tener lo que es tu derecho y te has ganado por oposiciones o por curriculum, o por que llegaste el primero aquella mañana fría.

- “Al menos cobras una ayuda”. Aunque sea una miseria y te queden dos meses para perderla. Aunque cobres lo mismo que un fulano por estar en la cárcel por haber violado a una niña. Aunque con esos 400€ no tengas para comer.

- “Pero si tienen hambre es porque quieren, porque está Cáritas y las asociaciones vecinales y parroquiales”. Aunque sea una humillación para un empresario o un ingeniero tener que pedir de comer para él y su familia, teniendo tres carreras o habiendo sido dueño de dos tiendas. Aunque pierdas tu dignidad como trabajador y sustentador de tu familia. Aunque tengas que vivir de la limosna teniendo brazos fuertes para trabajar o talento para llevar un negocio. Aunque la vergüenza te ahogue y tengas que dejar el carro en una fila interminable para no perder el turno pero que nadie te vea que estás allí pidiendo. O mandes a tu hijo pequeño mientras tú esperas en la esquina porque no soportas ser un mendigo.

- “Pero afuera hay oportunidades y es para abrirse al mundo”. Aunque tengas que trabajar de camarero con matriculas de honor en tu haber como para empapelar una habitación. O frías patatas en un McDonald’s siendo el primero en tu promoción. O descubras la vacuna contra el cáncer en Minnesota, porque aquí se acabó el “vivir del cuento” entre probetas y matraces. Y que tu nombre resuene con acento yanqui “Mister Doctor Alehandrou Feirnandes”, cuando te llaman de rectoría para felicitarte.

- “Si no puede hacer frente a la hipoteca, que quieres ¿Qué le regalen la casa?”. No, regalo no. Pero después de demostrarse las cláusulas abusivas y el despilfarro de los bancos en la compra de efectivos y basuras varias, los que se llevan el dinero de Bruselas son ellos. Los que no han sabido gestionar miles de millones de Euros. Sin embargo ellos no rescatan a los que quizás no han sabido gestionar algunos miles de euros o han sido pisoteados por la reforma laboral. Y los intereses de la deuda contraída la pagarán de sus impuestos esos mismo que ellos consideran morosos y sinvergüenzas vividores por encima de sus posibilidades.

 

 

En definitiva, nos quieren callados y sumisos, la mayoría silenciosa de la que tanto hablan los que temen las voces en la calle. Porque el ruido daña sus oídos. Porque las huelgas y los disparos de pelotas y el humo, les acojona a ellos más que a nosotros. Porque gracias al ruido estábamos donde estábamos. Y por callarnos hemos caído donde hemos caído. Y encima les hacemos caso. Y nos rasgamos las vestiduras porque queman un contenedor mientras ellos nos están quemando las tripas y nos callamos como zorras. Ellos saben que tenemos el poder, pero no lo ejercemos porque hemos delegado en ellos. Pero son conscientes de que si quisiéramos los sacaríamos a patadas o de las orejas. Porque se ha hecho ya muchas veces. Y temen a la multitud. Y por eso adoran a los que callan y otorgan.

 

Pero vuelvo a la pregunta y aquí entro en la polémica. ¿Por qué no hay más gente aun en la calle peleando y gritando? ¿Dónde están esos millones de parados? Y lo que es peor ¿Por qué si todos estamos jodidos, criticamos a los que tienen los cojones de salir a protestar y no nos unimos a ellos? ¿Por qué pasamos de largo y agachamos la cabeza para no salir en la foto? ¿Por qué no pasamos de la arenga desde el bar mirando la tele?

 

La respuesta es bien sencilla y en el fondo tienen razón las viejas de permanente y cuellos enjoyados. Comemos todos los días.

Y no estoy haciendo un alegato a no donar alimentos, por favor, faltaría más. Pero mientras haya bancos de alimentos, que por cierto ya hay más demanda que donaciones, y estén ahí nuestros pobres y ancianos jubilados, que por cierto cada vez cobran menos, dándonos de comer… aquí no se levanta nadie.

 

¿Porqué hay tanta diferencia entre quien pierde una casa y quién pierde un trabajo? Porque cuando pierdes el trabajo alguien te dará de comer… pero nadie te dará un techo si pierdes el tuyo. Ese es el problema, la perdida absoluta es la que te hace moverte. Es la que hace que crucen todo el Sáhara y esperen durante meses una oportunidad par asaltar una valla de cuatro metros de altura con “concertinas” de cuchillas afiladas. Que se suban a un bote hinchable y crucen el mar más traicionero de nuestras costas a riesgo de morir en el vientre del Estrecho. O que no les importen los palos y golpes de la policía marroquí, ni los golpes y palos de la policía española. El hambre y el no tener nada de nada.

Al final es verdad que aun somos unos privilegiados que miramos como nuestro amo come y nos tira las sobras, y agradecidos nos tumbamos panza arriba para en silencio hacer alguna gracieta. Y si se escapa un puntapié o dormimos en el porche, bueno, mejor callar y no protestar o nos llevaremos un mamporrazo y dormiremos en la calle y sin comer.

Seguimos como perros echados al sol. Viendo pasar la vida delante de nosotros sin esperar nada más, por si lo que pueda venir sea peor y con la esperanza de que vuelvan a llamarnos algún día a dormitar entre los pies de nuestros dueños.


1 comentario:

pepe dijo...

Muy bueno, Antonio, si señor, somos como los perros panza arriba esperando el hueso de turno