Se
acabó un año más la fiesta de la hipocresía. La semana larga de los falsos
abrazos, las falsas sonrisas y los falsos deseos de paz y amor. Se terminaron
por fin esos siete días donde todos queremos el bien común y que no haya hambre
en el mundo mientras pasamos cargados de bolsas del Corte Inglés esquivando al
que con la mano alzada nos pide algo para comer. Del que se aprovecha de estas
fechas en que todos somos bastante cándidos y gazmoños, para colarnos la imagen
del niño sin zapatos, la cesta con dos euros bajo la nariz, el fin solidario.
Del que nos asalta con la papeleta de su peña, o nos aporrea la puerta con una
canastilla y una tira de numeritos, La fecha idónea para pagar favores o
asegurarse futuros a golpe de cesta navideña con más o menos vino, o mejor o
peor jamón (depende de a quién sobornamos y qué esperamos de ellos).
Período
de amistad artificial con quienes en todo un año no hemos querido ni rozarnos.
Lapso de reuniones familiares donde se soporta más que se tolera, donde se
disimula más que se aprecia.
Una
película de Berlanga hecha realidad. Ficticia como el árbol que adorna nuestro
salón, y tan fugaz como la estrella que ponemos en el portal.
Se
acabó. Ya podemos volver a las mentiras cotidianas. Ya podemos apuñalar al
compañero. A volver a criticar al vecino al que hace una semana deseábamos
Feliz Navidad. A despellejar al hermano. Podemos continuar durante cincuenta y
una semanas más siendo unos miserables envidiosos, unos bordes y unos
chismosos. A los que crean que el mundo acabará en este 2012, pues lo siento
por ellos porque no volverá a tener otra semana de falsedad institucionalizada
y patrocinada por Coca-cola o el Corte Inglés. A los que no se lo crean, ánimo
que un año pasa pronto.
2 comentarios:
Como siempre..chapeau...lo digo y lo reivindico cada dia mas...QUE GRANDE ERES, PUÑETAS!!! Y a quien mal te desee...así le meta un bocao el lobo Fenrir donde mas le duela.
¡Plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas plas!
(Aplauso)
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