Siento miedo, he de admitirlo, siento mucho miedo. Cada mañana
que hay una asamblea y se decide que hay que salir a la calle. Se da una fecha
y la noche antes siento miedo.
Verás, yo no me he criado en un barrio muy conflictivo,
aunque la verdad había de todo un poco. No he vivido una guerra, por ahora. Mi vida
ha transcurrido dentro de la normalidad. Pero cada vez que sé que va a haber
una marcha reivindicativa siento miedo. Porque les tengo ahí delante. Están preparados
para ello. No retroceden. Avanzan al paso unas veces, corriendo otras. Armas en
mano y disparando. Reciben órdenes y las acatan. Sin cuestionárselas.
Nosotros en cambio vamos de forma caótica. Unos dicen que
adelante, con todas las consecuencias. Otros que a donde vamos a ir, que hay
que quedarse esperando que las cosas se arreglen por los que están arriba.
Y yo me suelo quedar en medio. No soy un héroe, eso está
claro, pero tampoco soy un cobarde. Y como yo, creo que la inmensa mayoría. Pero
intuyo que todos, incluso alguno de los que están delante, también tienen su
porción de miedo. O eso, o son unos inconscientes. He visto muchos pelotazos ya
y mucha sangre en las caras como para no tener miedo. A veces ese miedo no es
tanto por el dolor físico, sino por el daño económico, que no moral, a mi familia.
Te dan un porrazo o un bolazo y bueno, a no ser que por desgracia te saquen un
ojo, se cura a los pocos días. El daño moral, pues cero. Lucho por ellos, por
mi familia, y eso lo saben, y por eso me apoyan. Pero te detienen y te caes con
todo el equipo, porque ya es una persecución continua. Pero bueno, más cornadas
da el hambre que decía el torero.
Pero la tensión es grande. Son un batallón de 15 ó 20
armarios cubiertos de protecciones y escudos. Armados de porras, escopetas,
bolas de goma y botes de humo. Y lo que es peor, amparados por la ley. Tienen
la mano libre para golpearte y machacarte, y si protestas, te llevas otro. Luego
no tienes defensa, tú eres un terrorista. Los veo y siento miedo.
Pero no solo les temo a ellos. Temo también a los culpables
de la situación. A los directivos de mi empresa que no sé si son unos inútiles,
o siguen unas directrices bien marcadas desde el gobierno central, para ahogar
nuestra capacidad de trabajo. No hay barcos para hacer en la Armada, pero
tampoco los buscan en el exterior. O eso parece. Y nos dicen que para ser
solventes tenemos que apretarnos el cinturón. Y ser competitivos, y trabajar más
y mejor. ¡Trabajar en qué! Si sois unos inútiles que no habéis querido o sabido
proveernos de ese trabajo. Pedís productividad, pero no nos dais productos en
que ejercerla. Sois unos cachondos hijos de puta o eso me parece a mí. Me dais
miedo porque jugáis con nosotros los trabajadores, como en una partida de ajedrez
contra el partido que esté en la oposición. Ahora muevo, ahora me quedo en
casa, ahora sacrifico este peón, ahora lo pongo delante del rey. Os veo y
siento miedo.
Tengo miedo de los que están fuera. De los vecinos de esta
Bahía de Cádiz. Unos por pasivos y otros por reaccionarios. Critican y piden
que echen a la calle a más de mil trabajadores, más de mil familias. Porque están
hartos de cortes de carretera dicen. No pueden acudir a sus citas dicen. Y luego
argumentan que están parados y que a ellos nadie les ayudó. ¿Te ayudaste tú,
apoyaste a tus propios compañeros? Entonces no mereces criticar a nadie. Decís que
si desaparecemos la Bahía tendrá futuro. ¿Pero será un buen futuro? Para un
pueblo que no tiene nada, solo esto, agrio futuro le auguro.
Mil familias ocupadas, más otras 8 mil posibles como en la última
década, eso sí es futuro. Y el resto, los que miráis desde el balcón o la
pantalla, y no va con vosotros. ¿Cuánto tiempo creéis que durará esto? Si ya
estáis jodidos y agobiados, imaginaos cuando mil familias más acaben en el
paro, y no haya posibilidades para otras miles más de conseguir un trabajo. Id echando
el cierre a vuestros negocios.
No nos teneis envidia, creo que no, es algo peor. Es odio. Por
eso os tengo miedo. Porque apretaríais el gatillo sin pensarlo. Como hace décadas.
Siento miedo por estos que nos gobiernan. Porque no se avergüenzan
de llevar a los que están a su cargo a la miseria, al hambre y a la calle. Porque
ven como su tierra, esta Bahía de Cádiz, se va al carajo y no hacen nada. Mas
bien al contrario, rapiñan los pocos pedazos que aun quedan, para poder vivir
bien hasta que algún escándalo los lleve, sin un ápice de sonrojo o
arrepentimiento, ante un juez. Ellos que han nacido y se han criado entre sus
vecinos, no sienten un mínimo de lástima mientras su pueblo se hunde. Me dais
miedo porque no tenéis conciencia y no sé hasta donde seriáis capaces de llegar
por unos miles de euros más en la cuenta.
Miedo me dan también, por desgracia, los que se suponen que
trabajan por que no nos vayamos al carajo. Los sindicatos, los partidos de
izquierdas, los que están “de nuestro lado”. Porque veo que la izquierda cada
vez se arrima más al centro, y de tanto arrimarse se nos pone a nuestra
derecha. Porque parece que hacen, pero no hacen. Porque dicen que hay que
hacer, pero luego nos ponen freno y bocado. Porque nos arengan y luego nos
dejan solos. Hasta nos critican. Me dais miedo porque no tenemos a nadie más en
quien confiar y ya no me fío de vosotros. Porque ocultáis un algo que no sé qué
es. Porque os veo como al pastor que negocia con el matadero, y os conformáis
conque al menos nos matarán con humanidad para que no suframos mucho. Por nos
veis balar y temblar, y nos miráis como una masa apretada que se mueve a una orden,
fieles y confiados. Despreciáis, ultrajáis y menospreciáis a aquellos que os
dan la confianza. Porque en realidad estáis al mismo nivel de los que decís
combatir. Me dais miedo porque nos lleváis de la manita al borde del precipicio.
La verdad es que el miedo se ha instalado en nuestros
corazones. Pero no creáis que os va a salir bien. La bestia está agazapada
esperando un resquicio para regresar y ocupar el lugar que le arrebataron. Esperando
que alguien la despierte y le pida la salvación. No vamos a permitirlo.
Aun parece que aguantaremos un golpe más, un despido más, un
escándalo más, un desahucio más, un sinvergüenza más. Pero no será siempre así.
Porque nos estáis cortando todas las salidas. Los que nos golpeáis, los que nos
vendéis, los que nos odiáis, los que nos criticáis y los que nos traicionáis. Estáis
acorralándonos, quitándonos todas las ilusiones y todas las esperanzas. Y
cuando ya no nos queden esperanzas, cuando no tengamos nada que perder ya. Cuando
estemos entre vuestras espadas y el abismo, entonces no tendremos otra salida
que acabar con todo. El miedo se convertirá en rabia y la rabia en ira. Y cuando
os estalle en la cara, no tendréis donde esconderos.
Tengo miedo, sí, ¿pero hasta cuando?
Como dijo Cervantes en El Quijote: Las cañas se tornarán
lanzas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario